El emotivo reencuentro de Patricio y su rescatador de la DANA, Baquir: "Dios puso la mano en ti para que me salvaras"
“Como pude, me lo subí al árbol, lo tenía que subir. Si no me lo subo al árbol, se lo lleva el agua”, recuerda Baquir
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Un año después de la destructora DANA del pasado mes de octubre en Valencia, han vuelto a encontrarse Patricio y Baquir. Ambos, vecinos de Picanya que el día de la DANA se encontraban en un parque cuando fueron sorprendidos por la riada.
El agua subía con fuerza y apenas tuvieron tiempo de reaccionar. Patricio, una persona mayor, quedó atrapado por el agua, y fue su vecino Baquir quien, sin pensarlo, se lanzó a ayudarlo para evitar que se lo llevara la corriente.
“Yo iba a subir, me empujó, yo me cogí aquí y después subió él”, recuerda Patricio, señalando el árbol en el que ambos pasaron horas agarrados para evitar que el agua los arrastrara. Desde aquel día no habían vuelto a verse.
Durante 363 días, Patricio ha intentado localizar a su rescatador para poder darle las gracias. Hoy, por fin, el reencuentro se ha producido en el mismo lugar donde ocurrió todo. Nervioso, sin saber muy bien qué decir, Patricio se acerca a Baquir.
"¿Cómo estás?", le pregunta su salvador. Patricio apenas puede pronunciar palabra. “Las palabras… no, yo creo que a veces no son las palabras. Creo que una mirada es suficiente”, responde con la voz entrecortada antes de fundirse en un abrazo con Baquir.
El joven recuerda aquel momento con claridad: “Como pude, me lo subí al árbol. Porque es que me lo tenía que subir. Si no me lo subo al árbol, se lo lleva el agua”
Patricio, muy emocionado, añade: “Yo no sé tú. Yo soy creyente. Y creo en Dios. Y creo que Dios puso la mano en ti para que me salvaras”.
El encuentro, organizado por el equipo de Noticias Cuatro de la mano del periodista Manu Reyes, ha servido para cerrar una herida abierta y recordar que, incluso en los momentos más duros, la solidaridad sigue siendo más fuerte que el miedo. “Gracias por abrirnos vuestro corazón y heridas al contar esta historia. Gracias de corazón”, les dijo Reyes.
Patricio, agradecido, quiso dejar un mensaje de esperanza: “Gracias a vosotros también por dar un poco. Que no sea todo la maldad y la violencia que hay ahora. Que hay humanidad”.
Bajo el mismo árbol que hace un año fue su refugio, Patricio y Baquir sellan con un abrazo una historia que va más allá del desastre natural. Una historia de humanidad que demuestra que, incluso cuando el agua arrasa con todo, siempre queda espacio para la gratitud y el reencuentro.
