El bullying silencioso durante el regreso al colegio: señales que los padres y maestros no deben ignorar
El bullying silencioso es el más complicado de detectar, pero igual de preocupante al afectar al autoestima, salud emocional y rendimiento académico
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La vuelta al cole es un momento cargado de emociones tanto para los niños y adolescentes como para los padres. Para muchos, supone la ilusión por reencontrarse con amigos y retomar sus rutinas habituales; para otros, puede ser un periodo de ansiedad y miedo. Con el regreso a las aulas, surge un fenómeno que preocupa cada vez más a psicólogos y educadores: el bullying silencioso.
Este tipo de acoso es igual de peligroso pero mucho menos evidente que las agresiones físicas o verbales abiertas. Lo peor es que puede llegar a pasar desapercibido por los adultos, pero sus efectos sobre la salud emocional y académica de los niños y adolescentes son profundos, duraderos y muy preocupantes.
¿Qué es el bullying silencioso?
El bullying silencioso hace referencia al acoso psicológico o social. Incluye conductas de exclusión, humillación sutil, rumores, ignorar al menor, gestos de rechazo o burlas indirectas. Se diferencia del bullying físico en que no deja marcas visibles, lo que lo hace más complicado de detectar por padres y educadores. No obstante, su impacto puede ser igual o incluso mayor. Puede provocar ansiedad, depresión, baja autoestima, problemas de concentración y todo ello, puede afectar al rendimiento escolar.
Según UNICEF, el acoso silencioso es uno de los tipos de bullying más complicados de identificar, pero sus efectos psicológicos pueden extenderse hasta la adultez si no se interviene a tiempo. La investigación también señala que entre un 20% y un 30% de los niños que sufren acoso escolar experimentan alguna forma de bullying silencioso durante el curso escolar.
Señales de alerta que padres y educadores no deben ignorar
Detectar el bullying silencioso requiere de mucha atención por parte de los padres y docentes en el comportamiento y las emociones del menor. Algunos indicadores para los padres son:
- Retraimiento social: si el niño solía ser sociable pero comienza a evitar interacciones con compañeros o evita asistir a actividades escolares es una señal de alerta de que algo no va bien en clase.
- Ansiedad y estrés: el menor se muestra nervioso, irritable o excesivamente preocupado por asistir al colegio.
- Cambios en el rendimiento académico: se produce una caída repentina de las notas, se percibe falta de concentración o desinterés por las tareas escolares.
- Cambios en el sueño y en el apetito: el niño comienza a sufrir insomnio, pesadillas, pérdida de apetito o hábitos alimentarios irregulares.
- Quejas frecuentes de malestar físico: se comienza a quejar de dolores de cabeza, estómago u otros síntomas psicosomáticos que no tienen una explicación médica aparente.
De hecho, en algunos casos, estos signos físicos y emocionales son la única forma de que los niños expresen que están siendo víctimas de este acoso silencioso, sobre todo si les da miedo hablar con adultos de lo que les está pasando.
Por otro lado, los profesores también son testigos diarios de la interacción entre estudiantes y pueden desempeñar un papel crucial en la detección temprana del acoso silencioso. Algunas señales de que algo está pasando en el aula son: compañeros que ignoran o excluyen sistemáticamente a un estudiante, comentarios sarcásticos o burlones en grupo hacia una persona, actividades en las que un alumno no es elegido por otros para trabajos o juegos en grupo y cambios de humor evidentes durante la clase o al recibir retroalimentación académica.
La observación directa de patrones de exclusión social o aislamiento puede ser un indicador de bullying silencioso, y la intervención temprana puede reducir de manera significativa el impacto emocional.
Existen ciertos contextos en los que el acoso silencioso puede aumentar. Cuando hay un grupo grande en clase, puede ser sencillo que alguno de esos alumnos pasen desapercibidos y se convierta en el foco de este acoso; por otro lado, si hay una falta de supervisión en clase o durante los recreos también se favorecen este tipo de dinámicas o si el colegio tiene una tolerancia implícita hacia la burla o la competitividad excesiva. Además, fuera del aula también se puede dar este tipo de bullying por el mal uso de los menores de las redes sociales o de los servicios de mensajería.
Cómo intervenir al detectar que un niño está siendo víctima de bullying silencioso
Cuando se sospecha o confirma que un menor está sufriendo acoso silencioso se debe intervenir cuanto antes. Lo primero es escuchar al niño y asegurarle que no tiene la culpa de lo que está pasando. Se deben documentar los incidentes, mantener un registro de fechas, situaciones y testigos. La coordinación en el colegio es esencial, ya que deben ser conocedores de este hecho tanto los docentes como el personal de orientación.
Se recomienda promover estrategias de empoderamiento para enseñar al niño maneras seguras de enfrentarse a estas situaciones de acoso y buscar apoyo. En caso de que el menor esté sufriendo síntomas de ansiedad, depresión o aislamiento, se debe acudir a un profesional de la salud mental infantil. La intervención combinada de padres, docentes y psicólogos es mucho más efectiva para poder reducir los efectos negativos de este acoso silencioso.
