Educación

5 cambios para mejorar la rutina de estudio que equivalen a horas extra, avalados por la ciencia

Releer apuntes o hacer maratones de estudio no es la mejor estrategia. Freepik
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La clave para rendir mejor no es pasar más horas delante de los libros, sino cambiar la manera en la que se estudia. La ciencia del aprendizaje y la memoria lleva años demostrando que con pequeños ajustes en los hábitos de estudio se pueden multiplicar los resultados, consiguiendo que el tiempo que se pase estudiando sea mucho más productivo y el esfuerzo más efectivo.

No se trata de estudiar más, sino de estudiar mejor. Dormir bien, espaciar las sesiones de estudio, cambiar de entorno o repasar de manera activa. Estas son algunas de las sencillas estrategias que pueden tener el mismo impacto que dedicar varias horas extra. Y lo mejor, es que están al alcance de todos. En este artículo repasamos cinco cambios simples en la rutina de estudio que pueden marcar la diferencia.

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Espaciar el estudio en lugar de concentrarlo y terminar haciendo maratones

El clásico “atracón” de estudio antes de un examen sigue siendo el recurso de muchos estudiantes, pero la evidencia científica no lo aconseja. La técnica del espaciado demuestra que dividir el tiempo de estudio en sesiones más cortas y distribuidas a lo largo de varios días mejora significativamente la retención a largo plazo.

Un metaanálisis con más de 250 experimentos concluyó que espaciar el aprendizaje permite que la información se pueda consolidar mucho mejor en la memoria, ya que el cerebro necesita tiempo para reforzar las conexiones neuronales. Para aplicarlo, en lugar de estudiar cuatro horas durante una tarde, se recomienda estudiar cuatro días durante una hora. De manera que la información se recordará mucho mejor, y se llegará al examen con menos ansiedad.

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Repasar de forma activa en lugar de releer una y otra vez

Uno de los errores más habituales es limitarse a leer una y otra vez los apuntes o subrayar. Aunque pueda parecer productivo, la ciencia ha demostrado que estas técnicas tienen un impacto limitado. Sin embargo, si se utiliza el repaso activo, se pueden tener mejores resultados.

Esta técnica consiste en recuperar la información de memoria sin mirar los apuntes. Se pueden utilizar preguntas, resúmenes de memoria, tarjetas de repaso o explicarle el temario a otra persona. Cuando se obliga al cerebro a buscar la información, se fortalecen las conexiones neuronales y se mejora la capacidad de recordar en un futuro.

Dormir lo suficiente: el “repaso” del cerebro

El sueño no es un tiempo perdido, es parte esencial del aprendizaje. Durante las fases de sueño profundo y REM, el cerebro puede consolidar la memoria y organizar la información que se ha aprendido durante el día. Cuando se saltan horas de descanso para estudiar, popularmente puede parecer productivo, pero la realidad es que reduce la capacidad concentración y el rendimiento durante el examen. Descansar no solo ayuda a recordar mejor, sino también a tener un pensamiento más flexible y creativo.

Hay que asegurarse de dormir entre 7 y 9 horas antes de un examen. Si se necesita repasar, es más útil estudiar un poco antes de dormir que trasnochar con los apuntes.

Cambiar el lugar de estudio para activar la memoria contextual

La ciencia sugiere variar el lugar de estudio ya que puede ayudar a recordar mejor. Este fenómeno se conoce como memoria dependiente del contexto: la información se asocia con el entorno en el que se aprende, y cuando se cambia de escenario se pueden generar más conexiones, lo que hace que sea más sencilla la recuperación en diferentes situaciones.

Se puede alternar entre la habitación donde normalmente se estudia, la biblioteca o algún otro espacio tranquilo en casa. Incluso con pequeños cambios, como mover la mesa de sitio o cambiar la luz, ya se puede notar la diferencia.

Combinar asignaturas en lugar de estudiarlas por bloques largos

Otra práctica muy común al estudiar es empezar una asignatura y hasta que no está terminada no se pasa a otra. Sin embargo, la ciencia señala que intercambiar contenidos es mucho más efectivo para la memoria a largo plazo.

Este método consiste en alternar distintas asignaturas o tipos de problemas en una misma sesión de estudio. De esta manera, se obliga al cerebro a cambiar de contexto y aplicar diferentes enfoques, y esto puede mejorar la capacidad de transferencia y el aprendizaje profundo.

En lugar de dedicar toda una tarde a una sola asignatura, se pueden combinar dos horas de matemáticas, con una hora de historia y un repaso de inglés. La variedad es capaz de mantener la mente activa y refuerza la atención.

Aunque estas estrategias están avaladas por la ciencia, no hay que olvidar que la motivación y el bienestar emocional tienen un papel muy importante. Si se experimenta ansiedad o falta de confianza, pueden anular los beneficios de cualquier técnica que se quiera probar. Por eso, integrar pausas, actividad física y fomentar una mentalidad de crecimiento son piezas esenciales para una rutina de estudio efectiva.