TÁNGER

La huella española en Tánger: la ciudad internacional con mayoría de españoles en la primera mitad del siglo XX

La huella española en Tánger. Noticias Cuatro
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El Festival Internacional de Mata es una de las celebraciones culturales más importantes de Marruecos y de las más antiguas. Los jinetes montan a pelo caballos y se desplazan a toda velocidad por una pradera con el fin de capturar una figura de una mujer. Su importancia es tal que cada vez tiene más respaldo para ser reconocida como Patrimonio Inmaterial por la UNESCO. Si bien el certamen es conocido en todo Marruecos, lo que pocos saben es que su promotor, Nabil Baraka, habla perfectamente castellano como su padre, que estudió en un instituto madrileño.

Nabil tiene una fuerte vinculación con nuestro país y nos confiesa que “viajo mucho a España. Me gusta mucho España. Sin embargo, me doy cuenta de muchos españoles desconocen mucho de Marruecos”. Empezando porque parte de nuestra historia también está aquí en Tánger.  Sin embargo, muchos en España desconocen ese vínculo. Basta darse una vuelta por sus calles para descubrir comercios como “Almacenes Alcalá” o “Centro de Belleza Pepita”, salones de té “la Española” o “La Giralda” calles que recuerdan a Cádiz, una plaza de toros convertida en centro cultural y hasta una catedral.

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La historia de Tánger

Tánger no siempre fue marroquí. Tampoco fue completamente española. En la primera mitad del siglo XX, esta ciudad costera fue una rareza geopolítica: su control era internacional. Estaba compartido por España, Francia y el Reino Unido. Sin embargo, en junio de 1941, con Europa en plena guerra mundial y aprovechando que iba ganando Hitler, el dictador Franco decidió ocupar Tánger por completo. Se hizo con el control completo de la ciudad.  Esto pilló por sorpresa a muchos refugiados republicanos que creían haber encontrado aquí un refugio seguro.

En el exilio hubo dos tipos, los ricos que pudieron permitirse viajar a América y el de los pobres que se fueron a Tánger. Entre los que vivieron esa época estaba Francisco Quintero, español, hijo de republicano exiliado que nos describe como agentes franquistas llegaban a Tánger a detener a republicanos españoles. Francisco vive en el Hospital Español en Tánger. Como él otro puñado más de venerables ancianos españoles. Por lo que causa sorpresa cuando en su día la reforma de este centro con fondos del gobierno fue criticada por algunos medios señalando que España se gasta dinero en reformar un hospital en Marruecos. 

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Medios que no hicieron el más mínimo esfuerzo por contrastar que a los que cuidan exclusivamente en este hospital de Tánger es a ancianos españoles como los que viven en la Península. Si no los cuidaran lo que si habría que denunciar es que España deja tirados a sus compatriotas. Es más, son precisamente estos los que nos cuentan los ecos de una ciudad ciudad floreciente, crisol de culturas, refugio de artistas, espías, diplomáticos y bohemios. Tánger además era puerto franco. Es decir, no pagaba impuestos por lo que aquí se refugiaban muchas fortunas y atraídos por ellas estafadores.

Así que, si la película 'Casablanca' tenía el café de Rick, Tánger tenía el Hotel Fuentes. Localizamos a Alfonso Fuentes, nieto de los propietarios de aquel emblemático hotel, que recuerda como era ese ambiente: “Cualquier recepción importante se hacía en el hotel. Estaba al lado de la embajada de Estados Unidos.  Por aquí  pasaron espías de todos los bandos. De hecho, se cuenta alguna discusión que acabó con tiros en el techo”. El ambiente de Tánger era incluso más cosmopolita que Casablanca. “De hecho, la película Casablanca en un principio se pensó para hacerla aquí en Tánger”, recalca Alfonso. Ahora el Hotel Fuentes mantiene su estética, aunque los visitantes son tangerinos que echan animadas partidas de parchís, fumando los cigarrillos que les vende Abdeslam.

Uno de los lugares que nos dibuja con claridad ese ambiente es en el de la hemeroteca del Instituto Cervantes en Tánger, los viejos periódicos son cápsulas del tiempo: historias de cónsules ingleses detenidos por espionaje, fiestas diplomáticas, desapariciones misteriosas. Gracias a la labor de la conservación del Instituto Cervantes podemos ver fotos hasta de cabalgatas de Reyes Magos en los años 50 o entrevistas con políticos internacionales que pasaban por la ciudad. Otro lugar imperdible en nuestro recorrido por la huella española, es el cementerio internacional en un paseo entre sus tumbas se pueden encontrar desde un inspector de policía francés, sí como en la película Casablanca, hasta una duquesa rusa, pero eso sí rodeados de cientos de españoles. Visitando a sus ancestros, nos encontramos con Andrés Vázquez Espinosa y Manuel Pancorbo. Ambos son nietos de refugiados republicanos. Nos recuerdan las historias de sus ancestros huyendo como pudieron a Tánger, donde prosperaron.

La huella española es innegable: en los carteles, en los nombres de las avenidas, en la restauración del histórico Teatro Cervantes —donde alguna vez cantó el tenor Caruso—, carteles en castellano en los pequeños comercios, o incluso en la tetería frente a la antigua plaza de toros, hoy convertida en centro de eventos y conciertos. El dueño del local es Mounir Merini en su televisión tiene puesto canales españoles. Nos atiende en un español de nivel bilingüe. “Mis padres lo hablaban en casa”, comenta. Más al norte de la ciudad en la antigua plaza España o avenida Mohamed VI nos encontramos con Cristina Manuela Caamaño, nieta de emigrantes. Vive en un enclave único de la ciudad; sin embargo, en un edificio con una fachada deslumbrante entre blanco y amarillos, como las que pueden encontrarse en el casco histórico de Cádiz. “las viviendas son antiguas y ya un fondo de inversión español, quiere que nos vayamos para construir viviendas turísticas.” También en eso parece que nada cambia. Tánger no es solo un destino de viaje para ver, por ejemplo, el festival ecuestre de Mata. También es una ciudad que cuenta historias “muchas de ellas las nuestras”.