Las consecuencias de la mala alimentación en la vejez: cómo prevenir el deterioro cognitivo

La mala alimentación puede afectar a la actividad cerebral incluso en ausencia de enfermedad
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La mala alimentación puede pasarnos factura en la vejez. Un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha revelado la importancia de cuidar la microbiota intestinal, que es el conjunto de microorganismos (bacterias, virus y hongos) que viven en nuestro aparato digestivo, para prevenir el deterioro cognitivo.
Este proyecto se llevado a cabo en 54 personas sanas mayores de 55 años. En él se destaca cómo diferentes perfiles de microbiota están asociados con variaciones en áreas de la corteza cerebral que están relacionadas con funciones cognitivas, como la memoria, el lenguaje y la cognición social (reconocimiento de emociones, empatía, normas sociales y razonamiento moral).
Los resultados sugieren que la composición de la microbiota influye en el envejecimiento cognitivo a través del eje intestino-cerebro. Este hallazgo, publicado en la revista Scientific Reports, abre la puerta a futuras intervenciones nutricionales para prevenir, reducir o retrasar el deterioro cognitivo a medida que avanza la edad.
Cada microbiota es diferente, y en eso influye mucho la dieta que se sigue. "En determinados sujetos se ha apreciado que hay mayor actividad, lo que implica que pueden estar preparados para un envejecimiento activo más saludable", explica la profesional del Centro de Automática y Robótica del CSIC-UPM, Lola del Castillo.
Este informe, llevado a cabo por el Grupo de Modelado Computacional de la Inteligencia, del Centro de Automática y Robótica (CSIC-UPM), en colaboración con el grupo IMDEA-Food, es el primero en valorar la relación entre la microbiota intestinal y la actividad cerebral espontánea, fenómeno que se ha estudiado mediante electroencefalograma en reposo en personas sanas.
Como no todas las microbiotas son iguales, la mala alimentación puede afectar a la actividad cerebral incluso en ausencia de enfermedad. Esto se traduce en mayor predisposición a determinadas enfermedades o condiciones de salud pese a tener un microbioma sano. Por ello, una modificación temprana de la composición de la microbiota, a través de cambios nutricionales, podría retrasar o mejorar el deterioro cognitivo relacionado con el paso de los años.
La estimulación del nervio vago, clave
Una hipótesis que se maneja sugiere que cada perfil de microbiota intestinal podría modular de forma diferente la señal del nervio vago (una de las principales vías de comunicación entre el intestino y el cerebro) y, por tanto, producir la actividad cerebral específica.
Se sabe que la estimulación del nervio vago supone beneficios terapéuticos en enfermedades relacionadas con el sistema nervioso central, como la epilepsia y la depresión. También se le reconoce influencia en procesos inflamatorios asociados a patologías como la enfermedad de Parkinson o los trastornos del espectro autista. Su modulación, a través de la estimulación y modificación de la señal que transmite, podría ser el mecanismo utilizado por la microbiota intestinal para activar las fibras aferentes vagales intestinales, que llevan información desde el intestino hasta el cerebro.
