Consumo

Cuidado con esta técnica de robo en los cajeros automáticos: así funciona el 'método de la siembra'

Un usuario de un cajero automático. Redacción digital Cuatro
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Una calle desierta. Una persona que se acerca a un cajero para retirar dinero. Todo parece rutinario hasta que un desconocido interrumpe con una frase amable: "Se le ha caído esto". Y en apenas diez segundos, la tarjeta y el dinero han desaparecido.

Este no es un guion cinematográfico, sino el patrón que define una de las formas de robo más extendidas y eficaces del último año en España: el 'método de la siembra'. Bajo un nombre que sugiere astucia y planificación, se esconde un sistema que combina el sigilo del carterista con la sincronización de una coreografía delictiva. El objetivo no es solo robar dinero, sino hacerlo en segundos, sin fuerza, sin huellas y con la complicidad de la distracción.

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El mecanismo invisible del engaño

El 'método de la siembra' opera bajo una lógica simple y escalofriante: crear una situación inesperada que obligue a la víctima a perder de vista, por un instante, su tarjeta bancaria. Generalmente, los ladrones actúan en pareja o en pequeños grupos. Uno de los implicados se coloca cerca del cajero, observando cuidadosamente el momento en que el usuario introduce su código PIN. La siguiente fase es la ejecución de la distracción: otro miembro lanza un billete, que puede ser real o falso, al suelo y señala con aparente amabilidad que "se le ha caído".

Ese gesto, en apariencia banal, es suficiente para desencadenar el robo. En el instante en que la víctima se agacha para recoger el billete, el delincuente o su cómplice le sustrae la tarjeta de la terminal o la intercambia por otra similar. Se trata de un robo que se desarrolla en cuestión de segundos, y la cercanía de los miembros posibilitan ver, y memorizar, nuestro código de seguridad. A partir de aquí los ladrones pueden vaciar nuestras cuentas, hacer compras o retirar el máximo de efectivo permitido en múltiples cajeros.

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Según ha confirmado la Guardia Civil, esta técnica ha sido detectada y denunciada en varias provincias. En su perfil oficial de X, la institución ha advertido expresamente sobre este procedimiento y su peligrosidad: "En aparcamientos, estaciones de servicio o cajeros automáticos. Esté atento si alguien le indica que ha tirado dinero al suelo. Podría tratarse del 'método de la siembra'. Roban o cambian su tarjeta al distraerle. ¡Precaución!"

Las víctimas potenciales: personas mayores y usuarios en solitario

Aunque cualquier persona puede ser blanco de esta trampa, las bandas que operan con este método prefieren víctimas solas, de edad avanzada o distraídas. En general, los delincuentes buscan personas vulnerables, confiadas, que usan los cajeros con frecuencia y a menudo sin compañía.

Un ejemplo reciente es el caso desarticulado por los Mossos d'Esquadra en Cataluña: una banda formada por cuatro personas (dos hombres y dos mujeres, de entre 19 y 63 años) cometió al menos 12 robos mediante esta técnica entre Mataró, Barcelona y Girona. El botín: más de 21.000 euros en solo tres meses. Actuaban en serie, recorrían municipios y utilizaban documentación falsa para no ser rastreados.

En Zaragoza, la Policía Nacional detuvo a otro grupo criminal itinerante que acumulaba 56 robos similares a personas mayores en varias provincias españolas. Usaban un modus operandi similar: identificaban el PIN, distraían a la víctima y sustraían o cambiaban su tarjeta antes de desaparecer.

Un nombre irónico para un mecanismo minucioso

El nombre del método no es casual: "siembra" hace alusión a la acción de dejar caer un señuelo (el billete), como quien esparce una semilla que, con algo de suerte, germinará en forma de robo. La analogía rural no disimula la sofisticación del acto: hay estudio previo del entorno, elección precisa del momento, ejecución cronometrada, y —en muchos casos— uso de vehículos para una rápida huida.

El periodista y experto en sucesos Carlos Quílez lo describe en su canal como una "forma de delincuencia blanda", que escapa al radar tradicional porque no deja rastro físico, no implica violencia directa, y muchas veces ni siquiera genera sospechas inmediatas. "Cuando la víctima se da cuenta de que no tiene su tarjeta, el dinero ya ha cambiado de manos varias veces", advierte Quílez en un reportaje sobre bandas rumanas especializadas en hurtos sincronizados.