Llegando a nuestro destino

cuatro 04/07/2008 16:52

Hola amigos, desde la última vez que os escribí, he recorrido muchos centenares de kilómetros.

Viajar de un lado para otro en este inmenso país que es Namibia, es una dura tarea, entre otras cosas porque no hemos visto ni un kilómetro de asfalto, sólo hay pistas casi intransitables. Seguimos en el vehículo 4x4, que a duras penas va comiéndose los kilómetros. Ahora tiene un look diferente: bollos por todos los bajos, estriberas reventadas, el techo hundido en diferentes partes, miles de rayas… No se le puede pedir más, aunque a veces nos pillamos un cabreo curioso con los pinchazos, ¡ya van seis! Las ruedas se deshacen por los guijarros y hay que sujetar fuerte el volante para no volcar, cuando pinchas el coche adquiere vida propia y decide cruzar la pista de lado a lado hasta que se detiene.

Seguimos ruta hacia el sur hasta un lugar llamado Purros, donde se encuentra el cauce de un río llamado Hourusibe que remontamos con el coche. Está repleto de vida salvaje y el motivo es que lleva agua. Os diréis, vaya gracia, como todos los ríos, pues no. En Namibia casi todos los ríos están secos y sólo llevan agua cuando caen las lluvias, pero a los pocos días se secan. Pero este río tiene agua todo el año, lo que facilita que acudan elefantes blancos, leones, jirafas, rinocerontes, gacelas, etc. Este cauce es mundialmente famoso por su peculiar vida salvaje, comprimida en una pequeña franja de reino vegetal.

El día siguiente ha sido muy largo, pero conseguimos llegar a las puertas del parque natural del Skeleton Coast. Aquí nos quedamos a dormir y por la mañana muy temprano nos pusimos en marcha hacia la costa de los esqueletos. Es una gran franja de arena que linda con el océano Atlántico, de una belleza extraña. Mires a donde mires sólo hay cuatro cosas: montañas bajas muy erosionadas, llanuras sin casi vida vegetal, arena y un mar muy azul.

El viento suele ser todos los días muy fuerte soplando de este a oeste, elevando la temperatura en invierno por el día, hasta los 35º C, y en verano a más de 45º C, aunque por la noche el mercurio puede caer incluso por debajo de los 0 º C durante todo el año, como consecuencia de un extraño fenómeno que se llama ‘la corriente de Benguela’. Una corriente friísima, que llega hasta estas latitudes (trópico de capricornio), directamente desde la antártida, descendiendo la temperatura del agua hasta los 8 o 10 ºC. Así, además de tener mucha fauna marina, cuando llega el atardecer y la noche, se produce la inversión térmica y el aire sopla de oeste a este, bajando radicalmente la temperatura del aire de una forma muy brusca. En sólo cinco minutos pasas de estar sudando a tener que ponerte el forro polar. Es absolutamente insólito.

Casi no hay asentamientos humanos en esta costa, aunque si aparece alguno, te ofrecen lo necesario para pescar grandes peces, especialmente la pesca de tiburones de hasta 100 kg, desde la misma playa. Dormimos en Henties Bay, uno de esos pueblos, fundados hace cuatro días y que se dedica casi en exclusiva a facilitar las cosas a los pescadores deportivos, casi todos ellos sudafricanos que aquí se dan cita para la captura de esas enromes piezas.

Al día siguiente nos dirigimos a nuestro objetivo real. El Desafío de este viaje: escalar en mitad de la sabana semiárida de Namibia, junto al Trópico de Capricornio. El lugar escogido se llama Spiztkoppe, un coloso de granito de más de 1.700 metros de altura que se alza solitario en mitad de la nada, sin que exista una cordillera.

Es magnifico poder escalar en este mágico lugar, es sin duda diferente y todo un reto, pues la escalada está llena de dificultades, principalmente por la rareza de la roca, a la que no estamos acostumbrados ya que casi siempre escalamos en roca caliza. También por las elevadas temperaturas y porque estaremos solos, no conocemos los itinerarios de escalada y si te “piras” (caerse y quedarse colgando de las cuerdas de seguridad según nuestro argot de escaladores), te destrozas la piel con el granito ya que las puntas de los cristales de cuarzo te cortan como cuchillas. ¡Mejor no cometer fallos o nos quedaremos sin piel!

Aquí dedicamos tres días a escalar que te iré contando más adelante.

Jesús Calleja, escalando en Namibia.