Las familias de Perdidos en la tribu comienzan a cambiar de actitud

cuatro.com 26/02/2010 12:02

Las familias de Perdidos en la tribu empiezan a demostrar un cambio de actitud respecto a sus anfitriones tribales. A pesar de las dificultades, poco a poco van aceptando ciertas exigencias y asumiendo que el trabajo duro y el respeto son las bases que soportan en todo momento la vida de las tribus. En esta nueva edición del programa comienza el verdadero acercamiento entre las familias y las nuevas culturas en las que han aterrizado: David acepta por primera vez pasar por el entrenamiento hamer del salto del toro, Miguel se somete a una de las pruebas más importantes para los nakulamené y Rafael entrega su sangre para que los kamoro puedan fabricar uno de sus tradicionales tambores.

Si hasta ahora la actitud de alguno de los miembros de la familia Rovira-Mezcua había sido totalmente distante, esa semana David asume por primera vez que ha de respetar las costumbres de sus anfitriones y transigir con ciertas tareas de buena gana. El joven acepta ser entrenado para el salto del toro, importante ritual hamer de paso de la niñez a la madurez. La tribu le asigna un tutor personal que será su guía hasta que llegue el gran momento. Por su parte, su hermana Raquel tiene un gran dolor de muelas. Un curandero de la tribu sacrifica a una cabra y con sus intestinos cubre el rostro de la chica para buscar su mejora.

En Vanuatu, los Moreno-Noguera se enfrentan a una de las pruebas más difíciles para los hombres: para una de sus ceremonias Miguel tendrá que matar a un enorme cerdo, gesto que supone un importante acercamiento a la tribu según sus propias leyes internas. Para sorpresa de los nakulamené, Miguel realiza la tarea con entereza, lo que le vale convertirse en el matacerdos oficial de la tribu. Además llega la hora de añadir a la dieta de la familia un alimento poco habitual en la cultura occidental: los murciélagos. Junto con la tribu, los Moreno-Noguera aprenderán a cazar, cocinar y saborear todo un manjar para los nakulamené.

Para los kamoro la escultura algo verdaderamente importante. La fabricación y talla de los tambores que hacen su música requiere de un proceso largo y arduo, para el cual los Segura-Romero tendrán que aportar algo más que su esfuerzo. La familia deberá aprender a cazar los lagartos con los que fabrican la piel de los tambores y a talar los árboles que serán su base de madera. Pero el proceso no acaba ahí. Para unir la piel a la madera los kamoro utilizan sangre humana: Rafael tendrá que hacerse cortes en un brazo para poder ayudar en el proceso. Un gesto de sacrificio que la tribu no va a olvidar fácilmente.