Hace 20 años de aquel terrible suceso que sacudió al país: el 11M. Caos, terror y mucho dolor entre los familiares y las víctimas que se pudieron salvar. “Yo ese día cogí el tren a las siete de la mañana y me paré en Torrejón. A la media hora de llegar al trabajo, me enteré de lo ocurrido. Yo conocía a varios de los que fallecieron aquí”, dice uno de los pasajeros sobre ese día en el que asesinaron a 193 personas.
El ambiente ahora es diferente, aunque se puede sentir un silencio más extraño de lo habitual. “Mucho caos es lo que recuerdo”, dice una mujer. Muchos se sumergen en las historias del 11 de marzo de 2004. “Se te pone la carne de gallina. Estaba escuchando las noticias y a todos los medios rememorando ese día”, indica otro.
La mañana del 11 de marzo de 2004, el tren 21431 salía de Alcalá de Henares con destino a la estación de Alcobendas-San Sebastián de los Reyes. Una de sus paradas fue en la vía dos de la estación de Atocha donde, sin saberlo, fue su última parada. El primer atentado yihadista sacudió al país con 192 víctimas. Hoy, este tren llega a Atocha con cinco minutos de retraso, pero continúa con su camino.
Ese fatídico día, el tren paró en Atocha a las 07:37 horas. Tres mochilas bomba dejaron 34 fallecidos. Un minuto más tarde, en la estación El Pozo hubo dos explosiones que se saldaron con 65 vidas en el tren 21435, procedente de Guadalajara y con destino a Alcobendas. A la misma hora, en Santa Eugenia, una bomba mató a 14 personas en el tren 21713. Había salido de la estación de Alcalá de Henares con destino a Príncipe Pío. Un minuto después, cuatro mochilas dejaron 63 víctimas a la altura de la calle de Téllez. “Por un minuto no pilló a mi hijo”, confiesa una mujer.
En Atocha hoy reina la normalidad. Jóvenes que van a estudiar, personas que corren para ir a trabajar y muchas otras que pasan un día normal. Una suerte que no tuvieron aquellos que se encontraban en esta estación hace 20 años. Diez explosiones en cuatro puntos diferentes acabaron con la vida de 193 personas y dejaron casi 1.900 heridos.
Tras producirse la explosión, los viandantes comenzaron a ayudar a los heridos para sentarlos en la calle y proporcionarles asistencia. Mientras, el SAMUR comenzó a trasladar a los heridos en furgonetas de la Policía Municipal y en coches particulares. Lo único bueno que salió de esta tragedia es la solidaridad de nuestro país.