Después del madrugón, del cansancio, de estar roneando con el móvil… por fin, La Rebe comienza a vender sus camisetas. El negocio fue tan bien que se agotaron las existencias y la Rebe pensó en ampliar el negocio: Una muñeca con su cara. “Se me ocurrió hacer una muñeca que fuese una réplica mía, con mis morros, con mi pelo… pero ya se sabe, La Rebe es única”, decía la joven.