Antón y Marian no son una pareja corriente por lo que, el día en el que se prometieron, tampoco podía celebrarse de una forma tradicional. Atada con una cuerda al maletero de un coche (mientras se grababa todo con un teléfono móvil), ella vio cómo sus amigos bailaban un flashmob al ritmo de Bruno Mars. Al fondo, se encontraba su novio, vestido de traje y con un anillo para pedir su mano.