El 7 de septiembre de 2002 Mariela estaba junto a su hermano Javier en la puerta de la casa mientras tomaban mate. En un momento el teléfono sonó y Javier entró para contestar. Cuando volvió, su hermana ya no estaba. Dos semanas después, la causa se archivó, informa el periódico argentino Clarín.
Tras 15 años de dolorosa búsqueda por parte de la familia, una jueza, Viviana Giorgi, pidió una actualización del caso. Como primera medida pidió informes a todos los cementerios y las morgues de la zona y empezó a unir cabos sueltos.
Descubrió que se enterró un cuerpo sin identificar en el cementerio de Lanús por esas mismas fechas con características similares a los de Mariela. Sólo había que pedir una exhumación para recoger las huellas del cadáver. La identificación se concretó con la comparación con el DNI de Mariela que se correspondía de manera “fehaciente, categórica e indubitable” con la impresión digital del pulgar derecho de la mujer enterrada.
Mariela murió en las vías del tren el mismo día en el que desapareció. Fue trasladada al hospital vecinal de Lanús y de ahí la derivaron a otro, donde a los dos días murió. Fue enterraron el 9 de septiembre como ‘sin identificar’, a sólo 16 manzanas de su casa.