Las muertes por hacerse selfies derivan de ese deseo de inmortalidad, de desafiar al peligro y de querer imitar a los demás. Quienes arriesgan su vida por hacerse una foto lo expanden por las redes y eso provoca un efecto amplificador. Esto ha generado una auténtica competición global para ver quién consigue arriesgar más su vida. ‘Cuarto Milenio’ ha analizado algunos de estos casos que han derivado en tragedia.