Un homenaje de la naturaleza herida en la última morada de su amigo
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07/09/201503:00 h.Miles de personas despidieron a Félix Rodríguez de la Fuente tras el fatídico accidente que le costó la vida. Sus amigos recuerdan con nostalgia el triste día de su despedida y, confiesan, que el día del entierro se vio un lobo grande, viejo, majestuoso, quizá un descendiente de aquel cano que se le cruzó en la infancia, para cambiarle la vida. Merodeaba a lo lejos del cementerio, sin temor, sin rehuir a los hombres. Muchos intuyeron una señal, un homenaje de la naturaleza herida del páramo burgalés. Los animales, salvados del exterminio, se aproximaban hasta la última morada de su amigo.