No cesa en pedir justicia para el resto de afectados y continua yendo a manifestaciones como la que tiene lugar desde hace meses en el Hospital 12 de Octubre de Madrid, donde numerosos pacientes protestan encerrados. De hecho hasta que no empiece a tomarse las pastillas, ella no acaba de creérselo. Antonio reconoce que la sensación es agridulce, porque “la alegría y la victoria es compartida, pero es triste que algunos la necesitan y no les llega”.