Antonio y sus compañeros periodista tenían un buen trato con los secuestradores. Les informaban de los resultados del Real Madrid en los partidos de fútbol y hasta jugaban al ajedrez. Pero una carta, de un ex militar español, dirigida expresamente a Antonio lo cambió todo, a peor. Los secuestradores comenzaron a pensar que era un espía y le separaron de sus compañeros. A partir de este momento estuvo 204 días encerrado en una habitación: “Ahí empezó un secuestro de verdad, con malos tratos y vejaciones”.