Es periodista freelance especializado en zonas de conflicto y ha entrado y salido de Siria en numerosas ocasiones. Pero la última vez fue diferente, pues tuvo la mala suerte de ser secuestrado por Al Qaeda durante 299 días. “Soy muy supersticioso. Había algo que me decía que iba a salir mal. No me dio buen feeling el traductor con el que estábamos trabajando”, comienza a relatar Antonio. “No había una seguridad armada, estábamos vendidos”. Pampliega nos cuenta cómo el traductor les traicionó con una fotografía y así fue como comenzó su calvario.