¡Hacemos cima y bautizamos el ‘Pico Cuatro’! (3 de 3)

cuatro 05/11/2009 11:45

El cielo cambia de color muy rápido, se meten nubes. Primero nubes altas, y después bajas. Al final nieva en alguna cima cercana, el viento sopla con rabia, y en el Dhaulagiri vemos salir la nieve de sus crestas, a cientos de metros de altura. El invierno está muy cerca, y aquí el tiempo ha cambiado muy rápido. Es hora de descender y así lo hacemos, sin novedades, aunque el agotamiento de este día largo nos está pasando factura. No hemos desayunado, no hemos comido, hemos galopado 15 kilómetros, caminado unos cuantos, escalado una gran montaña y nos quedan aún otros 15 kilómetros a caballo para regresar al campo base, al que llegamos de noche.

Phuntchok nos espera con otra hoguera de boñigas de yak de las que hizo acopio como jefe de campamento. Prácticamente nos dejamos caer a calentar los maltrechos cuerpos de un día hermoso pero terriblemente agotador.

Estamos a muchos grados bajo cero pero nos da todo igual. Hemos concluido con éxito la escalada a un pico que antes no tenia nombre, aunque el esfuerzo para hacerlo ha sido extraordinario. Tomamos una cena ligera. Tenemos muy poca comida y menos ganas de cenar debido al agotamiento. Lo mejor es irse a la cama en compañía de esa hermosa luna llena que ilumina todas las montañas de nuestro alrededor. Seguro que el Yeti nos está observando desde donde quiera que esté. Caemos inmediatamente en un profundo sueño, a pesar de estar a 5.100 metros de altura. Por la mañana nos espera otro largo día de muchos kilómetros caminando y a caballo.

Ahora estoy en un valle a tan solo 4.200 metros, en un cruce de ríos y línea divisoria de montañas. Aquí están los yakeros con sus yaks que ya nunca volverán a estas tierras porque serán vendidos para carne en la aldea de Jonson. Estos animales son la llave que nos abrirá las puertas del regreso.

Saldremos del alto Dolpo por los collados del sur. Nos han advertido que uno de ellos está terrible, que nadie se atreve a atravesarlo y menos aún en esta época, a las mismas puertas del largo invierno. Sólo esta caravana de intrépidos yakeros lo va a intentar porque han acordado la venta de los yaks. No les preocupa el regreso, pero sí les preocupa y mucho si podremos atravesar el maldito collado helado, cargado de nieve hasta la cintura. Necesitaremos otra semana para salir de este laberinto de altos valles, gargantas profundas, ríos helados, viento constante, frío, mucho frío, y pasos de montaña nevados y helados que nos darán muy pocas oportunidades. Ya nos han advertido que va a ser muy duro y tenemos que adaptarnos al ritmo y a las largas marchas de las rudas gentes del Dolpo para no quedarnos atrás. Tenemos las fuerzas justas. Llevamos más de un mes sin parar ni un solo momento. Acumulamos a nuestras espaldas más de 400 kilómetros y, según nos aseguran, nos espera una semana de la que no nos vamos a olvidar.

Espero poder escribiros otra crónica antes de que finalice esta pedazo de aventura, siempre y cuando los Yakeros no nos den una caña de tal magnitud que me impida escribiros. Espero manteneros informados, porque merece la pena estar conectado a vosotros. Sé que tenemos muchos amigos que nos ayudan a seguir adelante con sus comentarios en la web. Atentos a la siguiente crónica porque sabréis si conseguimos alcanzar las tierras bajas junto a la ultima caravana de yaks del alto Dolpo, en el Himalaya de Nepal. Tenemos que alcanzar la aldea de Jomsom, donde un avioneta nos recogerá para llevarnos hasta Katmandú tras de 40 días de auténtica aventura en mayúsculas. Jesús Calleja desde las tierras remotas del alto Dolpo

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