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En Granada capital La Alhambra es visita obligada, el monumento más visitado de España, la fortaleza y residencia de los sultanes nazarís que constituyen la “arquitectura de los sentidos”. En las calles del centro la imponente Catedral, que los Reyes Católicos mandaron construir tras la reconquista, monarcas cuyos restos reposan en la Capilla Real, junto a Felipe el Hermoso y Juana La Loca.
Por la acera del Darro subiremos al Albaicín, un pintoresco barrio de callejuelas estrechas, miradores y rincones, que es Patrimonio de la humanidad. Desde el Mirador de San Nicolás veremos la postal más hermosa de La Alhambra. En el vecino barrio del Sacromonte, las casas cuevas aún se visitan, tanto para ver cómo vivía el pueblo gitano, como para disfrutar de un espectáculo de zambra.
En la provincia, la costa tropical granadina nos espera, con playas de aguas cristalinas, como las de Almuñécar, Motril, Calahonda, La Herradura, donde practicar submarinismo o deportes acuáticos. Y a pocos minutos, Sierra Nevada, con su estación de esquí para deportes de invierno e interesantes rutas de senderismo en verano, como la ruta de los Cahorros, en Monachil. O las rutas de los bellos pueblos de las Alpujarras, en la otra cara de Sierra Nevada.
Granada es una ciudad que se recorre a pie. Perdiéndonos con sus calles, eso sí, repleta de cuestas, podemos admirar la belleza de sus barrios, que sorprenden a cada paso. El acceso a barrios como el Sacromonte o el Albaicín está restringido a vehículos particulares.
La provincia se conecta a través de la autovía y de una red de carreteras nacionales en buen estado, a pesar de los cambios de altitud. Desde Sierra Nevada, a la costa, pasando por Las Alpujarras.
Es imposible hablar de Granada y no pronunciar la palabra “tapa”. Granada es la capital andaluza con más bares por número de habitantes y en todos ellos la tapa se sirve gratis. Pescado frito, carne, verduras, guisos, cualquier pequeño bocado se ofrece con la bebida, por apenas dos euros.
La oferta de alojamiento en Granada es muy variada. Desde hoteles en la capital de todas las categorías, funcionales y a un paso del casco histórico, alojamientos rurales en la Sierra y en las Alpujarras, en muchas ocasiones regentados por extranjeros que se enamoraron de aquellos pueblos, casas cuevas en el Sacromonte, hoteles en la costa tropical con todo tipo de servicios e incluso hoteles donde se vivieron hechos históricos: el Hotel María Cristina, junto a la plaza de la Trinidad, ocupa el lugar que fue la última residencia de Federico García Lorca y donde se produjo su arresto en 1936.