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Por qué algunas personas nunca tienen resfriados: el hallazgo científico

Una buena alimentación y descanso ayudan a combatir estos virus. Freepik
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MadridHay personas que parece que pase lo que pase, parece que son inmunes al resfriado común. Mientras otros se enfrentan cada año a episodios recurrentes de congestión nasal, dolor de garganta y estornudos, otros superan las estaciones frías sin apenas un síntoma. Esta aparente invulnerabilidad al resfriado que durante años se ha atribuido a la suerte o a una “buena genética”, está comenzando a tener una explicación científica más concreta y fascinante.

Recientes investigaciones realizadas por equipos internacionales de inmunólogos, virólogos y genetistas han empezado a desentrañar los mecanismos biológicos y moleculares que se esconden detrás de esta resistencia. Los hallazgos, contrastados y publicados en revistas científicas de prestigio, apuntan a que se trata de una combinación de respuestas inmunológicas innatas, factores genéticos heredados y condiciones ambientales específicas. Esto podría ser la clave para entender por qué algunas personas nunca se resfrían.

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Además, estudios sobre el papel del sistema inmunitario nasal y las proteínas antivirales naturales del cuerpo humano están arrojando luz sobre cómo se defiende nuestro organismo de los virus respiratorios más habituales, incluidos los rinovirus, responsables de la mayoría de los catarros comunes.

La primera línea de defensa: la nariz

La nariz es mucho más que un simple conducto para respirar. Desde el punto de vista inmunológico, representa la primera barrera física y biológica frente a patógenos respiratorios, incluidos los virus del resfriado. Estudios recientes del Instituto Max Planck de Biología de Infecciones en Alemania y del King’s College de Londres han demostrado que la mucosa nasal cuenta con un complejo sistema de defensa altamente especializado que varía entre individuos.

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Uno de los descubrimientos más importantes de los últimos años ha sido la identificación de unas proteínas denominadas interferones tipo III, las cuales se activan casi de forma inmediata cuando detectan la presencia de virus. En las personas que prácticamente no se resfrían, estas proteínas se activan de una manera mucho más rápida y eficaz.

Además, la temperatura interna de la nariz también desempeña un papel fundamental. Un estudio publicado en The Journal of Immunology en 2024 señaló que mantener una temperatura nasal ligeramente más elevada, por encima de los 33ºC, favorece la acción de las células inmunitarias y dificulta la replicación viral. Cuando hay frío intenso, el cual puede enfriar las cavidades nasales, hace que se reduzca temporalmente la eficacia de estas defensas.

Las diferencias en la anatomía nasal, la respuesta de las células epiteliales y la composición del moco también podrían ser factores decisivos que explican por qué algunos individuos tienen una mayor resistencia a sufrir infecciones respiratorias.

Genética e inmunidad innata

La genética también juega un papel importante en la resistencia al resfriado. Algunas personas heredan genes del sistema inmunitario que les permiten mantener a raya ciertos virus, lo que les hace menos propensas a enfermar. Esta diversidad en los sistemas inmunitarios de las personas es fundamental para la protección de la especie frente a enfermedades.

Además, un estudio realizado por científicos de Milán y Londres ha señalado que la inmunidad innata podría ser la razón por la cual algunas personas no se infectan con COVID-19. La investigación está centrada en la molécula lectina de unión a manosa (MBL), una proteína que actúa como un “ancestro funcional de los anticuerpos” y participa en la defensa del organismo contra virus y bacterias.

Factores ambientales y estilo de vida

Aunque la genética y la biología juegan un papel importante, el entorno y los hábitos de vida siguen siendo determinantes para poder explicar la resistencia o vulnerabilidad al resfriado. Muchos estudios epidemiológicos han identificado varios factores que parecen que están asociados a una menor incidencia de catarros:

Alimentación equilibrada y rica en antioxidantes

Dietas ricas en frutas, verduras y grasas saludables potencian la actividad inmunológica. Nutrientes como la vitamina C, el zinc y la vitamina D fortalecen las defensas naturales del organismo. La microbiota intestinal también tiene un papel esencial, ya que se ha demostrado que personas con una flora bacteriana diversa y equilibrada tienden a tener menos infecciones respiratorias.

Ejercicio moderado y regular

La práctica habitual de ejercicio físico estimula el sistema inmunitario, reduce los niveles de estrés y mejora la función pulmonar.

Gestión del estrés

El estrés crónico debilita la respuesta inmunitaria. Diversas investigaciones han demostrado que los niveles sostenidos de cortisol reducen la eficacia de los interferones antivirales y aumentan la susceptibilidad a infecciones.

Higiene y exposición progresiva a patógenos

Curiosamente, una exposición controlada a virus y bacterias desde la infancia, es decir, jugar al aire libre o crecer en entornos con animales, puede “educar” al sistema inmunitario y hacerlo más resistente. En cambio, la obsesión con la higiene puede debilitar la respuesta frente a patógenos comunes.

Descanso reparador

Dormir entre 7 y 9 horas diarias no solo ayuda a que el cuerpo se pueda recuperar, sino que también optimiza la función de los linfocitos y regula los procesos inflamatorios.