Todo comenzó cuando Karla tenía 12 años, un chico de 21 la convenció para escapar con él con falsas perspectivas de amor. Aquella relación hizo que la pequeña se marchase de su casa del Distrito Federal (México) para vivir una relación fugaz. Sin embargo, lo que ese chico quería realmente era raptarla para una red de trata de blancas.
La pequeña debía mantener relaciones sexuales con un mínimo de 30 hombres al día para que los proxenetas no se pusiesen violentos. Cada cliente pagaba 6 euros, y ese dinero se los quedaban los que la obligaban a prostituirse.
Karla se quedó embarazada en dos ocasiones, en las cuales tuvo que abortar por orden de sus proxenetas. La joven tuvo que soportar las violaciones de un grupo de agentes de la policía que en lugar de salvarla, la violaron.
A los 16 años, Karla logró escapar con la ayuda de un cliente que pagaba todos los días para hablar con ella. “Era una persona que solamente pagaba para hablar conmigo. Me convenció de que podía ser más que un objeto sexual para los hombres y también para las mujeres”, comenta la joven, según publica el periódico central de México.
En la actualidad, Karla se dedica a viajar por el mundo contando su historia con el objetivo de que no vuelva a repetirse.