Los científicos destacan que cada vez los europeos se tatúan a edades más tempranas y señalan la ausencia de una legislación específica en el seno de le UE que regule el uso de las tintas usadas para realizar estos dibujos permanentes.
Además, el informe apunta que más del 80 por ciento de los colorantes utilizados en los tatuajes son orgánicos y, de ellos, más del 60 por ciento son pigmentos azoicos que, en algunos casos, pueden liberar aminas aromáticas, las cuales están vinculadas a la aparición de algunos tipos de cáncer como, por ejemplo, el de vejiga, y están destinadas a emplearse en las industrias de la goma, el aluminio y el textil.
Otro de los efectos señalados por los responsables del estudio es que los componentes con los que están fabricadas las tintas se pueden degradar por la exposición solar, la radicación ultravioleta o láser, poniendo así en riesgo la salud de la persona que lo lleva.