El atropello se produjo en una recta el 12 de febrero de 2012 cuando el conductor, un joven estudiante de 19 años, conducía el vehículo de su abuelo.
En el juicio, el propio acusado pidió perdón por todo lo ocurrido, y reconoció que mientras iba circulando por una vía en buen estado vio a unos 200 metros a un grupo de ciclistas que le precedía.
En un momento dado oyó un ruido en el interior del coche que le sobresaltó, y se giró hacia la derecha unos segundos, tras lo cual observó que su mochila --que estaba en el asiento del copiloto-- había caído, y cuando volvió a mirar hacia adelante se encontró a los ciclistas encima.
Según la sentencia, la causa del accidente fue una distracción del acusado en la conducción durante unos 2 ó 3 segundos por el ruido que se produjo al caer la mochila del asiento del copiloto.
La magistrada apunta que la prueba de detección alcohólica o de drogas a la que se sometió voluntariamente el acusado salió negativa.