Tras pasar casi dos años recibiendo palizas diarias y encadenada realizando trabajos forzados en una tintorería de la capital mexicana, la fortaleza de Zunduri fue lo que le salvó la vida.
Durante un descuido de sus captores, logró escapara y denunciar a la policía la situación que había estado viviendo.
En declaraciones de la joven de 22 años recogidas por el Huffingtonpost: “Yo no tenía miedo a nada, a pesar de los golpes tan fuertes que ella me daba, por eso sigo viva”.
"Tuve una niñez un poco difícil, tomé la decisión de salir de mi casa para irme con un muchacho. Al terminar la relación con él acudí con Leticia (quien fue su captora) en busca de casa, pero sobre todo de empleo".
La joven asegura que en un principio iba la cosa bien pero “la carga de trabajo aumentó, al igual que el cansancio y fueron ahí donde los problemas comenzaron”.