"No existe la menor duda sobre la validez de mi renuncia al ministerio petrino. La única condición de la validez es la plena libertad de la decisión. Las especulaciones sobre la invalidez de la renuncia son simplemente absurdas", asegura ha asegurado Joseph Ratzinger para aclarar que no se vio obligado a renunciar, que no lo hizo por presiones o conspiraciones.
Además, aclara que hoy en la Iglesia no existe ninguna "diarquía" o doble gobierno pues el Papa es Francisco y él es el Papa Emérito cuyo "único y último objetivo" es rezar por su sucesor.
La misiva de Benedicto XVI llegaba en respuesta a unas preguntas que el vaticanista Andrea Tornielli le envió después de haber leído algunos comentarios en la prensa italiana e internacional sobre su dimisión.
Hace poco más de un año, el 11 de febrero de 2013, Ratzinger anunciaba en un Consistorio su libre decisión de renunciar "ingravescente aetate", por motivos de edad. "He llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino".
Durante los siguientes días, Ratzinger anunció también que mantendría el nombre de Benedicto XVI (que aparece al final de la carta), que sería llamado a partir de entonces Papa emérito (como se lee en el encabezado impreso de la misiva) y que seguiría vistiendo el hábito blanco, aunque simplificado, es decir sin la "peregrina" y sin la faja.
Asimismo, añadió que en su retiro permanecería "escondido del mundo" pero que esto no significaba "una vuelta a lo privado" pues no abandonaba la Cruz.
Benedicto XVI ya había apuntado la posibilidad de la renuncia de un Papa en su entrevista con el periodista alemán Peter Seewald ('Luz del mundo', 2010) cuando señaló: "Si un papa se da cuenta con claridad de que ya no es física, psicológica o espiritualmente capaz de ejercer el cargo que se le ha confiado, entonces tiene el derecho y, en algunas circunstancias, también el deber, de dimitir".