Richard Dunn no quería pasar la madrugada en el aeropuerto de Las Vegas aburrido y sin poder dormir en el frío suelo.
La locación no podía ser mejor: la cintas desiertas, los pasillos vacíos, la escalera automática en la que se grabó el creativo viajero con su iPhone.
Poco antes de que se fuera la última empleada le pidió un poco de cinta adhesiva. Con esta y echándole mucha imaginación el hombre pegó su smartphone a un carrito para hacer los movimientos de cámara.
Lo mismo en la escalera automática, metió el móvil en la bolsa de su ordenador y lo elevó hasta que encontró el ángulo perfecto, como cualquier realizador de vídeos.
Richard Dunn sacó provecho a esa madrugada plantado en Las Vegas para divertirse.