Para poder entenderlo vamos a retroceder a la época romana. Algunos piensan que en un principio febrero tenía 29 días, pero que Augusto César le robo un día para agregarlo al mes nombrado en su honor: Agosto. No obstante, el motivo de la de la brevedad de este mes es que surgió después, esto es, este mes no existió desde el principio.
En el siglo VIII a.C., usaban el Calendario de Romulus, un calendario de 10 meses que iniciaba el año en Marzo (con el equinoccio de primavera) y terminaba en Diciembre, tal y como recoge 'muy interesante'. Por lo tanto, enero y febrero no existían, ya que la época de invierno era un periodo de tiempo a la que se le daba muy poca importancia. Hay que tener en cuenta que ese periodo era poco importante para los agricultores.
Por lo tanto, el año solo tenía 304 días. El año 731 a.C. el rey Numa Pompilio decidió adaptar el calendario con los 12 ciclo lunares de un año e introdujo enero y febrero al final del calendario.
No obstante, los romanos eran muy supersticiosos y, por ello, Numa trato de hacer que cada día fuera impar. Pero para llegar a la cuota de 355 días, un mes tenía que ser par. Probablemente febrero terminó con un día menos por ser el ultimo de la lista.
Sin embargo, el mes bisiesto era inconsistente, principalmente porque los sumos sacerdotes romanos determinaban su llegada. No sólo insertaban Mercedonius al azar, sino los sacerdotes (siendo políticos) abusaban de su poder, utilizándolo para extender los términos de sus amigos y acortar los de sus enemigos. Esto provocó que para la época de Julio César, el pueblo romano no tenía idea en que día estaba.
Por lo tanto, César quito el mes bisiesto y reformó el calendario: alineo el calendario con el sol y agregó unos días para que en total sumaran 365. Febrero, que para ese entonces estaba al inicio de la lista, se mantuvo de 28 días.
Es así como se configuró finalmente el calendario que ha llegado hasta nuestros días.