La abdicación de su padre le pilló al príncipe Felipe en El Salvador ya que, casi una vez al mes le toca viajar al extranjero. Una imagen muy alejada a la de Don Juan Carlos en los últimos años, muy condicionado por sus continuas operaciones. En todo este tiempo Don Felipe ha mantenido un equipo pequeño y eficiente, no quería duplicidades con el del rey y, sobre todo, no quería camarillas e intrigas palaciegas. Con el cambio de Rey habrá renovación, pero pocos intuyen hasta qué punto por que el príncipe puede buscar una conexión generacional. Está por ver si para ello cambiará su discurso, a veces muy institucional, para empezar a tener una voz propia.