'Reigns', hubo una vez un gran rey que tenía muchas tierras, un castillo y también un amor

Miguel Negrillo 10/10/2016 12:09

De la mano de la desarrolladora independiente Devolver Digital, 'Reigns' es una de esas joyas escondidas en la Red que te asaltan de vez en cuando y que agradeces jugar. Sí, vas a pasar mucho tiempo decidiendo sobre el futuro de tu reino mientras tus siervos idean mil formas de acabar contigo y arrebatarte el trono. Pero no serán horas seguidas, sino que 'Reigns' es ese juego que se queda en el escritorio durante meses y que abres en los ratos muertos para echar una partida. "¿Por qué no un par de generaciones antes de la cena?".

El juego es sencillo: simplemente tienes que responder a los diálogos que te van proponiendo los personajes. Tus decisiones afectan directamente a las cuatro dimensiones en las que se divide tu mandato: el favor del clero, del pueblo, del ejército y el control de la economía. Cada respuesta suma o resta puntos en alguno de los apartados y, si alguno llega a su máximo o a su mínimo... se acabó, estás muerto.

Eso sí, adiós a los dramas. A José el Joven lo sustituye Gerardo el Enamorado; y a este lo sucede un tal Jaime que dura un par de años antes de que suba al trono Eduardo el Visionario. El humor negro, de colmillo retorcido, es lo que realmente engancha del juego. Muchas veces acabas probando qué sucederá si te vas a las cruzadas o sucumbes a los caprichos de tu inquieto verdugo. Los apodos de tus reyes, así como las diferentes situaciones son desbloqueables que vas ganando a medida que avanzas en la historia. Porque sí, tiene un cierto hilo conductor subyacente de lo más irrisorio.

Lo peor del juego es que muchas situaciones y diálogos se repiten, y cuando aparecen varias seguidas pierdes por completo el interés en lo que viene a continuación. Además, depende del azar en cierto modo, así que puede que te pases mucho tiempo sin cumplir objetivos o los hagas todos del tirón.

Lo mejor es que nunca sabes qué esperar. Todo tiene un trasfondo irónico que parodia las situaciones medievales que estamos hartos de ver en adaptaciones de ficción, pero con un toque más ácido de lo habitual. Es adictivo, y siempre quieres saber qué hay detrás de la vida de tu próximo monarca. Ahora bien, olvídate de cogerles cariño, porque la muerte espera a la vuelta de la siguiente carta.