Las reglas de Risto Mejide

cuatro.com 23/02/2014 22:07

Risto Mejide: ¿Por qué has accedido a sentarse en el Chester?

Zapatero: Creo que contigo podría tener una conversación interesante. Siempre me has parecido un personaje enigmático y, más allá del interés para los telespectadores, para mí tiene el interés de conocer a alguien que no me ha pasado desapercibido. Vamos a ver lo que piensas de verdad.

Risto Mejide: Sabes que aquí hay tres condiciones básicas. En primer lugar esto no es una entrevista. No me interesa entrevistarte. Me interesa sacar al José Luis que yo he conocido. La segunda es que te invito no solo a ser honesto si no a demostrarlo. Mojándote. En tercer lugar, sobre este Chester no hay presidentes. Aquí da igual un príncipe que un mendigo.

Zapatero: Son objetivos difíciles los que te planteas.

Risto Mejide: ¿Jugamos?

José Luis Rodríguez Zapatero: Sí, por supuesto.

Risto Mejide: Llegas al poder en 2004 en una situación muy anómala. Tú eres el presidente más improbable en lo que llevamos de democracia. Sales como presidente gracias a un atentado. Eras el último en el que nadie pensaba para ganar las elecciones.

Zapatero: Es muy curioso. He vivido una contradicción desde aquellos días. Yo estaba convencido de que iba a ganar las elecciones. Absolutamente convencido.

Risto Mejide: ¿No te puedo creer?

Zapatero: No es cierto. Yo estaba convencido de que iba a ganar. Había una corriente muy fuerte de fondo por un lado de expectativa y por otro de hartazgo. Fue improbable porque no se esperaba que yo ganara las elecciones. Cuando yo acariciaba, lo que para mí iba a ser ganar unas elecciones, de repente la irrupción de la violencia con el atentado más brutal que hemos sufrido, fue como al irrupción de toda la realidad que se me iba a venir encima. Aquellos días, tenía esa íntima contradicción, muy fuerte, entre lo que había supuesto ese atentado que me marcó profundamente y ver el sufrimiento de tanta gente, con algunas escenas que eran de amargura y emotividad muy intensa. Quizá la más emotiva fue la visita que hice al hospital al día siguiente de ser elegido presidente. Había muchos heridos. Había muchos familiares con lágrimas de esperanza. Era una intersección de sentimiento que a mí me rompía por dentro. Pensaba cómo dar respuesta.