Después de haber descansado bien, llegaba el momento de que Mar se enfrentara a las preguntas de su hijo. A ella le delataba su sonrisa al confesar que necesitaba renovar su sabia, y lo había conseguido con Jesús. No ha podido discutir con Javi que Jesús y ella son cara y cruz, pero "así es la vida de sorpresiva". Desde que no está Jordi, no es lo mismo para Mar: "Se me iluminaba la cara con Jordi".