José se ha convertido en Suri: viste como ellos, se ha rapado la cabeza, cuida del ganado y come lo que le echen: “Ya casi eres Suri. Gracias por respetar nuestras raíces, estamos orgullosos de ti”. La tribu está tan contenta de su integración que han decidido darle un nombre con significado, a partir de ahora José será ‘Na Birín’, montaña sagrada: “Espero que defiendas tu nuevo nombre con mucha dignidad y valentía”.
Sin embargo, no todos los miembros de la familia están al mismo nivel que José: “Veo que cada día estáis más cómodos y eso me gusta. Pero entre vosotros hay diferencias, muchas diferencias. Unos caminan para ser nuestros hermanos pero no todos siguen el mismo camino. Esas actitudes no me gustan en absoluto”.
Isa ha hecho mucho progresos con las mujeres, se ha separado de su hija y ahora pasa más tiempo con las Suri, ellas agradecen este positivo cambio y comparten con ella sus costumbres y tareas. Y este es solo el principio, porque las mujeres se harán cómplices y compartirán todo tipo de intimidades. Pero aunque los esfuerzos de Isa se reconocen, algo le impide dormir por las noches: “Los espíritus no te permiten dormir lejos de tu familia. Pero hay una solución de los antepasados Suri, te someterás a un ritual de sanación para limpiar tu alma”.
No obstante, los más jóvenes de la familia son quienes más están notando el duro esfuerzo que conlleva la adaptación: “Antonio, te has iniciado como guerrero, pero el camino "donga" es duro y peligroso. Deberás ser fuerte para continuar. Estás despertando con cada golpe, pero necesitas dar un paso más. Tu próximo paso para ser de la tribu será raparte”.
Pero es Chabeli quién se lleva la peor parte: “Te quejas de todo. Nosotros hacemos todo por ti, ¿pero qué haces tú por nosotros?” La tribu le ha impuesto su primera labor importante, le darán un gallo y deberá cocinarlo, por primera vez en su vida, para todos.