Cómo sobrevivir en el Anillo de Fuego del Pacífico

CUATRO 01/07/2009 12:14

Indonesia se asienta sobre el llamado Anillo de Fuego del Pacífico, una zona de gran actividad sísmica y volcánica que es sacudida por unos 7 mil temblores al año, la mayoría de escasa magnitud. El último superviviente visita en este viaje los pantanos y la zona selvática de la isla Sumatra, que fue arrasada por el tsunami del 2004 y sufrió un fuerte terremoto en el 2006, y se 'pierde' en una pequeña isla del archipiélago de las Banyak.

Si te ves abandonado a tu suerte en el mar, lo tienes muy difícil para salir. En esta zona las corrientes marinas son muy fuertes y las olas pueden llegar a los tres metros. Aprovecha las fuerza de las olas para llegar a la orilla.

Si tienes que avanzar por los fétidos pantanos de Sumatra, ten mucho cuidado con los troncos y ramas rotas que hay debajo del agua. Es muy fácil romperse una pierna en una mala pisada. Y te podemos asegurar que allí nadie de podrá escuchar si gritas.

Los juncos de los pantanos tienen una longitud de más de dos metros y sus hojas cortan como un chuchillo, para avanzar lo mejor es que te pongas de espaldas y vayas empujando los juncos a medida que caminas. Tendrás que sufrir los malos olores de la selva, puesto que el pantano es como la alcantarilla donde se drenan todos los deshechos.

Pon mucha atención a los cocodrilos de estuario, les encantan las zonas pantanosas y miden 5 metros y les encanta la carne. Así que lo mejor será que estés alerta ante lo que pueda pasar.

Atención a los ataques de pánico y la claustrofobia, es uno de los mayores peligros cuando te adentras en la selva. La vegetación es tan densa y el calor tan sofocante que puede llegar un momento en el que tu cabeza y tu cuerpo no den para más. En esos momentos, piensa en mirar más allá de las plantas y divisar claros en el horizonte. Ese será tu objetivo final.

Si ves un río o se pone a llover, aprovecha para darte un baño o una ducha. Te quitarás el sudor y también el agua de mar que puede llegar a irritar tu piel por culpa de la sal. Si tienes arena cerca aprovecha para exfoliarte el cuerpo con ella.