En el segundo capítulo, los Fernández darán las últimas instrucciones que el resto del clan tendrá que seguir mientras comienzan su periplo alrededor del mundo. Sin terminar de fiarse demasiado, Joaquín, Loli, Mariano y Mora partirán hacia su primer destino: Bangkok, donde serán víctimas de su propia aventura. Antes tendrán que hacer el curso de supervivencia para enfrentarse en plenas condiciones a este peculiar viaje.
En el caso de los Jiménez, la familia tendrá que enfrentarse a la confesión de La Rebe sobre la existencia de Juan, su novio, una revelación que se gestará en el mismo momento en el que papá y mamá se esfuerzan por conceder un nuevo capricho a su hija: la fabricación de la muñeca de La Rebe, un paso más en el camino a la fama de la princesa del mercadillo, después del exitazo de la venta de las camisetas. Los Montoya estarán muy ocupados con la puesta en marcha de la nueva tienda de Saray y con un encargo que les pillará por sorpresa. La madre de Saray y su ejército de Cristo ayudarán a limpiar de neumáticos la tienda que por fin Saray ha encontrado pero que a su familia no le hace mucha gracia, una locura de la que el primer beneficiado será Cristo, que conspirará al máximo para hacer la competencia a la futura peluquería de Naiara. El estilista conseguirá en sólo unas horas ser socio de un establecimiento con clientela fija y, además, en su propio barrio.
Las que estarán cada vez más cerca de alcanzar el éxito son las Salazar, que estarán centradas en dejar todo listo para el desfile del Orgullo Gay. Más allá de lo profesional, los reyes del brillo se enfrentarán a dos serias dificultades: por un lado, Tobi, su mascota, con graves problemas de conducta perruna; por otro, Carlos, el marido de Raquel, que condicionará el nuevo trabajo de su mujer a la exigencia de un injerto capilar.