Desde su niñez, Raúl nunca ha acatado una norma y siempre ha hecho lo que ha querido, pero los golpes a los muebles, los graves insultos y las continuas faltas de respeto se han convertido en una constante a raíz de la ruptura de sus padres. Éstos describen a su hijo como un joven agresivo y caprichoso, que lo quiere todo y lo quiere cuanto antes. Olga está desesperada, no sabe qué hacer y a veces siente tal miedo por lo que pueda pasar en su propia casa que no puede pegar ojo por las noches. En cuanto a su padre, Raúl tampoco demuestra ningún tipo de respecto hacia él.
La vida de Raúl parece no tener rumbo: ni estudia, ni trabaja y el quedar con su novia y sus amigos es su única motivación. El deporte, que hasta hace poco era uno de los únicos motores de su vida, le resulta hoy una actividad imposible: intentando rescatar una pelota de lo alto de un frontón, sufrió hace meses una caída de más de doce metros que a punto estuvo de costarle la vida; en consecuencia a su temerario comportamiento, tiene el cuerpo lleno de clavos y tiene que pasar por constantes revisiones.
Pedro tratará de concienciarle invitando al programa a un discapacitado físico que quedó postrado en silla de ruedas después de un accidente de tráfico. Viajaba sin cinturón de seguridad y, al igual que el chico, era deportista. Ésta será tan solo una de las numerosas tácticas que su nuevo Hermano Mayor llevará a cabo con el único fin de hacer consciente a Raúl de lo dañino y peligroso de su comportamiento, no sólo para él mismo y su futuro, sino también para todos los que le rodean.