Pedro García Aguado se enfrenta al caso de un joven obsesionado por su físico que no duda en exigir a sus padres dinero para sus caprichos a pesar de la grave situación económica por la que pasa la familia.
A sus 21 años, ni trabaja, ni busca un empleo y, mientras sus padres hacen filigranas para pagar la hipoteca y los gastos de la casa, a él sólo le preocupa que le paguen el gimnasio y la gasolina y que no le corten Internet por falta de pago.
No abusa del alcohol ni consume drogas pero cuando se enfada pierde el control y destroza lo que encuentra a su paso incluso ha llegado a pegar a su hermana mayor. Con las chicas tampoco le va muy bien, es muy celoso y todas le acaban dejando. Sus padres le amenazan con echarle de casa, él replica que si lo hacen, les prenderá fuego.