Razones por las que los optimistas viven más (y mejor)

cuatro.com 14/02/2017 17:04

Hay quienes lo pinta todo de negro, como decía la canción de The Rolling Stones, y quienes prefiere ver la vida en rosa, como cantaba Edith Piaff. ¿Quién de los dos pensáis que lleva las de ganar en la aventura de la vida? Desde años se investiga la relación entre las emociones y el estado de ánimo con la salud y el bienestar. ¡Ya lo apuntaba Ramón y Cajal en su célebre frase "La alegría es el único garante de la salud y la longevidad!".

El optimismo, la actitud positiva y el buen estado anímico no sólo cuentan ahora como una manera de vivir, si no que se relacionan directamente con beneficios físicos tangibles. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Illinois mostró una interesante relación entre el optimismo, la actitud positiva y el corazón: participaron más de 5.000 adultos entre 45 y 84 años teniendo en cuenta diversas variables como salud mental, niveles de optimismo y salud física. Los investigadores observaron que parecía encontrarse una relación entre una forma de ser optimista y una buena salud cardiovascular (probablemente porque los optimistas tendían a cuidarse más).

Otros expertos relacionan también la actitud positiva con una esperanza de vida más larga. Según estos, la mente y no sólo el cuerpo, es clave para envejecer bien: ser positivos nos ayudaría a vivir más. Según, el dr. doctor Eduardo Rodríguez Rovira, presidente de la Fundación Edad y Vida, "las personas depresivas sufren una tasa de mortalidad 1,5 veces superior a la población de referencia".

Ahora bien: aun cuando la alegría, la actitud positiva y el optimismo tengan evidentes beneficios para nuestro bienestar, no debemos caer en pensar que es la panacea para todo. Las enfermedades no se "curan" con fuerza mental, se curan con un tratamiento que ataje su causa o repare los daños. El optimismo no puede curar las enfermedades, como comenta el psicólogo Antonio Vallés, aunque sí puede "proporcionar al cuerpo más recursos bioquímicos para luchar contra ella".

Cómo tener una mente positiva

Aunque de entrada no tengamos una personalidad marcadamente optimista (parece ser que también hay un componente genético en esto: hay genes, como el 5httlpr, que regulan la absorción de la serotonina, hormona de la felicidad), la buena noticia es que podemos entrenarlo: podemos aprender a ser más positivos.

La base biológica puede ser modificada por nuestras experiencias, aprendizajes y factores sociales y culturales. Para los expertos, no hay que confundir el optimismo con falta de realismo o ingenuidad. Ser un iluso no es lo mismo que ser optimista: el optimista espera lo mejor, pero no se trata de hacer castillos en el aire. Una perspectiva optimista debe ser compatible con la sensatez, no opuesta. "El optimismo es una forma de sentir y de pensar que nos ayuda a gestionar nuestros recursos y a luchar sin desmoralizarnos para superar situaciones adversas; está demostrado que los optimistas, antes de tomar decisiones importantes, sopesan tanto los aspectos positivos como los negativos, mientras que los pesimistas se limitan a ver únicamente los negativos", comenta el dr. Rojas Marcos.

Por otro lado, ya sabéis que existe relación también entre lo qué comemos, los nutrientes y el estado de ánimo: una dieta rica en triptófano, aminoácido precursor de la serotonina, puede contribuir a que veamos el vaso medio lleno y no medio vacío.

Ventajas de una mente positiva

Ser optimista, además de los beneficios para la salud que hemos comentado, tiene otras cuantas ventajas:

Sin miedo a los retos. Los retos les motivan, no les agotan, porque cuantan con mayor resiliencia que les ayuda a superar los posibles obstáculos.

Menos estrés Al no esperar continuamente lo peor, evitan angustiarse ante al futuro o preocuparse por problema que aún no han llegado.

Más eficaces. Al encarar los posibles problemas con menos miedos, resultan más eficaces en el ámbito laboral y en las relaciones sociales.

Se cuidan más. Las personas optimistas tienden a prestarse más atención y suelen tener hábitos de vida más saludables que los pesimistas.

Son más sociables. En general, tienen a relacionarse más fácilmente y así pueden tejer una red de apoyos que les ayudará en momentos complicados.