Yo estuve en First Dates y sí, es todo verdad

Celia Molina 22/02/2017 16:50

‘First Dates’ es un programa tan asombroso que mucha gente duda de su veracidad. De si los solteros que vemos por la televisión son actores o no, de si todo es producto de un buen guión, de si el único objetivo de las personas que acuden es conseguir la fama por un día. Pues bien, basándome en mi propia experiencia, os juro y perjuro que todo es auténtico.

Sin guiones ni normas: todo debía ser natural

Cuando fui como Afrocita para intervenir como asesora del amor, en ningún momento se me dijo lo tenía que hacer o decir. Los profesionales que trabajan detrás de las cámaras (que son muchos) tuvieron cuidado de que nadie que fuera a participar en el programa me viera, porque eso podía restarle naturalidad a nuestro encuentro dentro del restaurante.

El guionista que me asignaron no me dio ninguna pauta obligatoria. Sólo me explicó cómo era el perfil de los dos solteros a los que tenía que asesorar para prepararme allí mismo, in situ. Siempre advirtiéndome de que, una vez que se cruza la puerta de ‘First Dates’, “todo puede pasar” y de que no hay nada previsto.

No conocí a Carlos Sobera, ni a Matías ni a Lidia antes de entrar en el plató (por llamarlo de alguna manera, porque realmente parece un restaurante). La intención era que mis reacciones y las del equipo fueran lo más reales posibles, por lo que todo se dejó en manos de la diosa de la espontaneidad. Algo que, aunque parezca contradictorio en un rodaje, da mucha tranquilidad.

Los participantes quieren enamorarse de verdad

Después del programa, volví a encontrarme con Borja, el soltero al que tenía que convencer de que Jennifer era mejor que cualquier otra mujer (que lo era). Nos reímos un rato por lo que había pasado “allí dentro” y me dijo que Jennifer le había gustado, que tenía pensado ir de las Islas Canarias a Andalucía para volver a verla. Lo cual me alegró infinitamente, claro.

En las entrevistas personales que le hacen a cada participante ocurre algo que a mí me encanta: te dejan hablar todo lo que quieras. Esperando mi turno, conocí a los demás tuiteros y personajes virtuales que también habían pasado por el programa. ‘Los Alejandros’ quedaron como amigos de verdad, yo misma les despedí juntos en la estación de Atocha. Y Pachi se enfadó realmente por no haber congeniado en absoluto con Alberto.

Cuando me preguntaron que cómo me había sentido, dije que entrar en el restaurante era como entrar “en otro mundo”. Parece tan real, te reciben con tanta cercanía y la gente que allí se encuentra está tan cómoda (los comensales –que comen o no comen, según su gusto- hablaban bajito, sin necesidad de gritar) que no me extraña que Cupido lo haya elegido como su residencia particular.