A por la cumbre más alta de la Antártida

cuatro.com 27/02/2012 07:27

Una vez conseguido el primer reto, un avión lleva a los miembros de la expedición a la parte Este de la Antártica. “Fueron cinco horas alucinantes de vuelo y aterrizamos sobre una pista de hielo en mitad de un horizonte blanco”, comenta Jesús.

Junto a esta improvisada pista de aterrizaje se encuentra la base belga Princesa Elizabeth, la primera estación con cero emisiones, diseñada por uno de los exploradores polares más importantes de la actualidad, Alain Hubert. Allí les amenaza una tormenta antártica que pone en alerta roja todas las bases del territorio.

Aún así, logran que la misión salga adelante y, poco a poco, se van aproximando a su ansiado destino: la remota montaña, Widereofjellet, casi inexplorada por el hombre, donde Jesús quiere coronar la cima. Eso sí, no lo hará solo, sino que le acompañará Alain Hubert.

Para ello, tratan de culminar su objetivo, atravesando en motos de nieve los enormes glaciares que descienden del Polo Sur hasta alcanzar la base de las montañas.

“En este punto esos glaciares son como un campo de minas por las grietas que lo atraviesan, así que hay que tener muchísimo cuidado”, asegura Jesús. Entre fortísimas ventiscas exploran y ascienden los picos cercanos hasta que, por fin, llegan a la cumbre del Widereofjellet, el pico de mayor altura de esta vastísima extensión.

“Es una de las ascensiones que más nos ha llenado, sobre todo, por el cariz de la exploración y por registrar datos valiosísimos para los científicos. Todos los datos registrados se están recopilando para que, desde la misma base antártica Princesa Elizabeth, se pongan en conocimiento a la comunidad científica”, señala el aventurero.