Inmersión radical: los riesgos del espeleobuceo

cuatro.com 06/09/2011 20:09

Cristina Rodríguez Izquierdo

Las cuevas de Sa Gleda, un accidente geográfico situado en Mallorca, serán el escenario que le dé al programa la primicia de un descubrimiento geográfico: la ruta subacuática más larga de Europa.

Para conseguirlo habrá que sudar. Jesús, acompañado de Xisco Gràcia y Pere Gamundi, más otros habituales del programa como Óscar Espinasa y María March, realizará una actividad límite dentro del buceo: el espeleobuceo. “Si no se ha hecho antes es porque es una verdadera locura”, afirma Jesús.

El reto supone introducirse por uno de los accesos a la cueva y atravesarla buceando por un intrincado de galerías. Para conocer más a fondo en qué consiste esta actividad, hemos hablado con dos buzos profesionales: Fernando Boiza y Verónica González, maestro y aprendiz en esta disciplina.

¿En qué cosiste el espeleobuceo?

“Es un deporte que compagina técnicas de espeleología con técnicas de buceo para explorar cuevas y grutas que están parcial o totalmente cubiertas de agua”, nos explica Verónica. “Es un verdadero subidón de adrenalina”, añade.

¿Cuáles son los riesgos?

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Los peligros de realizar una técnica como esta residen en la complejidad del recorrido. No hay escape. No puedes hacer un ascenso vertical y necesitas deshacer lo andado para salir. La paciencia y el conocimiento a lo que uno se enfrenta es vital. Cualquier mínimo detalle puede hacerte caer en una trampa mortal. Por ejemplo, todos conocemos las famosas burbujas del buzo. Cuando exhalas aire sueltas burbujas. Esas burbujas pueden golpear el techo y provocar un desprendimiento del sedimento.

Otros riesgos, como matiza Verónica, son la hipotermia y la narcosis. “Si ya en el buceo normal hay que tenerlos en cuenta, con el espeleobuceo hay que hacer mayor hincapié”.

La poca visibilidad que puedes encontrar en la cueva es un aliciente más al peligro que entraña y a eso hay que sumar la poca libertad de movimiento. Ésta es una aventura no apta para claustrofóbicos.

Para hacernos una idea de lo claustrofóbico que puede resultar explorar durante horas una cavidad como las cuevas de Sa Gleda, Fernando nos pone el ejemplo de imaginarse dentro de una tubería.

A medida que avanzas, esa tubería puede hacerse grande o pequeña. El agua en esos lugares puede bajar y luego obligarte a subir rápidamente. Si haces formas muy caprichosas, si subes y bajas siguiendo el laberinto, debes realizar muchas paradas de descompresión. Llegado a este punto el aire es lo más esencial. Todo el equipo se debe de llevar doble, no hay lugar a imprevistos.

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Fernando, nos ilustra este último punto, recordando un accidente ocurrido hace algunos años en la Cueva del Moirag. Bernhard Pack, un buzo holandés, no pudo llegar a tiempo a la superficie. Había apurado demasiado el oxígeno y se encontraba solo en la cueva. El buzo disponía de un una moto acuática para moverse con mayor rapidez, pero esta falló. Bernhard había cometido el error de no dejar botellas de emergencia a lo largo del recorrido, y cuando decidió dejar la moto y avanzar por sus propios medios, llegó al límite del oxígeno. No consiguió avanzar más de 40 metros.

Bernhard era un buzo más que cualificado, pero se confió. Otra de las normas a tener en cuenta en estas exploraciones es: “El que menos sepa tiene que ir primero. Si te atascas, todos los demás podrían salir. De manera contraria, morirían todos”, asegura Fernando.

Conseguir un logro como el que Desafío Extremo ha propuesto, es equivalente a encontrar un barco hundido. Por primera vez en nuestro país, un equipo de televisión se adentrará en una cueva casi desconocida con una técnica de buceo muy avanzada.

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