Los barones de la prensa pierden poder frente a Twitter

cuatro.com 18/07/2011 10:54

Puede que los famosos británicos no tengan que preocuparse más por que News of the World les pinche los teléfonos o rebusque en su basura, pero la forma en que terminó el periódico demuestra que controlar la información se está volviendo mucho más difícil. La empresa News Corp de Rupert Murdoch debe de haber deseado que sus convenientes relaciones con la policía británica y los partidos políticos fueran suficientes para evitar una investigación por las persistentes acusaciones de que los periodistas del diario habían vulnerado la ley.

En el pasado, habría funcionado. Pero cuando los periodistas de investigación de la vieja escuela del diario The Guardian demostraron que habían pinchado las comunicaciones de víctimas, incluida la adolescente asesinada Milly Dowler o de las familias de los soldados británicos muertos, Internet y las redes sociales se encargaron de que no fuera así.

La historia inicial puede haber llegado por un medio impreso, pero la oleada de indignación por Internet, que terminó con la huida masiva de los anunciantes del periódico para salvar su cara pública, fue algo nunca visto, el último ejemplo de que las redes sociales actúan como un acelerador en las crisis políticas.

El ascenso de Internet, y particularmente de las redes sociales, está revolucionando las estructuras de control de la información, y por extensión, las propias estructuras de poder. Guardar secretos se está volviendo más complicado, pues robarlos en ingentes cantidades y diseminar la información por el mundo es cada vez más fácil, como se pudo ver el año pasado con WikiLeaks.

Y esto podrían ser malas noticias para los magnates de los medios como Murdoch. "Lo que vemos en estos casos es lo que podríamos denominar una democratización, un deterioro del poder de los

"guardianes" de la información tradicionales, como los gobiernos y los directores de periódicos", dijo Jonathan Wood, analista de asuntos globales de Control Risks.

"Se puede tomar información en ingentes cantidades y enviarla inmediatamente por todo el mundo, y es mucho más difícil detenerla", añadió.

Esto dificultaría en años venideros los "pactos entre caballeros" entre los jefes de los medios y los demás (como por ejemplo, para asegurar la privacidad de las familias de los políticos o el destino secreto del príncipe Enrique en Afganistán), afirmó.

Hace diez años, un político o empresa bien conectados que intentaran enterrar una historia habrían llamado a los directores de los periódicos nacionales y quizá a los responsables de alguna cadena de televisión.

Ahora, tendrían que estar mucho más preocupados de lo que sale en Twitter, Google o Facebook, que puede ser mucho más difícil de detener.

EL SECRETO SE COMPLICA

"Para mí, lo más importante de esta historia es lo que vemos por todas partes, que guardar secretos se está volviendo mucho más difícil", dijo Kevin Craig, director del consultorio británico de Activismo Político y Relaciones con los Medios (PLMR).

"Como mínimo, ahora todo el mundo tiene que ser más transparente de lo que solía ser", añadió.

Ahora, las empresas que buscan proteger su imagen pública suelen invertir en mantener su reputación online tanto como en las relaciones con los medios convencionales. Mientras tanto, los gobiernos están descubriendo que controlar o influir a la prensa masiva no es suficiente para dictar la agenda de noticias.

Tanto WikiLeaks como la "primavera árabe" han demostrado que, a pesar de controlar la información mediante la censura y los bloqueos de Internet, los particulares diseminaron opiniones y coordinaron protestas y acciones políticas con facilidad.

Twitter en particular permite que miles de personas se agrupen para disentir, organicen movilizaciones instantáneas e incluso ciberataques y extiendan las historias que de otra forma serían controladas, como las tapadas por el "supermandato" de privacidad británico, que impiden que los medios masivos las cubran.

La forma viral en que las campañas pueden extenderse implica que la reputación de cualquier empresa se pueda ver atacada en horas, como produciendo el boicot de los anunciantes que destruyó el semanario de mayor tirada de Reino Unido.

Ya se organizaban boicots antes, pero en Internet se han extendido mucho más rápido.

La indignación en Internet también contribuyó a forzar a los líderes políticos británicos, que durante décadas habían seguido el juego a Murdoch, a enfrentarse al barón de la prensa, obligándole a abandonar inmediatamente sus aspiraciones de apoderarse del operador por satélite BSkyB.

"Es irónico, porque el News of the World siempre había sido particularmente bueno al crear el tipo de histeria colectiva que hemos visto aquí", dijo Tim Hardy, fundador del blog británico Beyond Clicktivism.

"Pero en la era de las redes sociales, las cosas han cambiado. En muchos aspectos, la forma en la que los consumidores pueden unirse para, por ejemplo, boicotear a una marca es semejante a un sindicato coordinándose con unos trabajadores en protesta. Como vemos, puede ser muy efectivo", añadió.

Pero aunque el robo de datos pueda ser más frecuente, a algunos les preocupa que un resultado a largo plazo del escándalo sea que los diarios ya en problemas financieros recorten sus reportes de investigación por miedo a vulnerar las leyes de privacidad.