"¿Dónde está Winston?", fueron las primeras palabras de Amanda Mangas, 'Mandi', al policía que acudió a su llamada de auxilio. Su exnovio y padre de su hijo le acababa de dar un tiro en el pecho y se había llevado secuestrado a su pequeño de diez meses de edad.
El oficial intentaba reanimarla en el suelo de su vivienda mientras sus compañeros revisaban la casa buscando a Winston. No lo encontraron. Entonces, la joven mamá de 23 años pronunció las que serían sus últimas palabras antes de fallecer poco después en el hospital: "James… James Ramey". Era el nombre de su asesino que permitieron a la Policía de Delta, en Ohio, poner en aviso a otros tres estados para evitar que el sospechoso se fugara con el hijo. La cacería se extendió por varias ciudades de Estados Unidos.
Fue en un control levantado por la Policía del Condado de Fulton, en Indiana, donde detuvieron a James. Con él estaba Winston, en buen estado, y la madrastra de Mandi. Habían conseguido escapar cerca de 240 kilómetros de la escena del crimen, según recoge 'El Debate'.
Se sentía amenazada
Poco después de dar a luz a Winston, Mandi decidió separarse del padre del niño, James Ramey, de 27 años. Hacía un mes él había amenazado de muerte a Mandi porque ella había decidido apartarlo definitivamente de su vida. En esa ocasión, él le amenazó con un cuchillo. Horas después, Mandi presentaba una denuncia para que las autoridades dictaran orden de alejamiento por amenazas y acoso.
Mandi siguió haciendo su vida y conoció a alguien. Justo antes de su muerte, ella había actualizado su perfil de Facebook contando que tenía una nueva relación.