David ha confesado a TheExpress.co.uk que cada boceto que realizaba, después de mostrárselo a Diana de Gales, tenía la obligación de destruirlo para que todo lo que rodeaba al vestido fuera un secreto. "Le enseñé un boceto y destruí el dibujo para que nadie de alrededor supera nada", contó.
Tal era el hermetismo que incluso crearon otro vestido diferente por si algún detalle del vestido principal transcendía. "Queríamos estar seguros de que el vestido era una auténtica sorpresa", contó Elisabeth, la otra diseñadora del vestido, a People en 2011.
"Yo quería que el vestido reflejara su juventud y sus frescura, el vestido de una mujer que entraba como Diana Spencer y salía como la Princesa de Gales", apostilló David Emanuel. El vestido estaba valorado en 6.000 libras, una cifra que se aleja mucho de los modelitos que escogen las celebrities en la actualidad, de hecho, el Givenchy de Kim Kardashian rondaba los dos millones de dólares.