Era policía local en Xàtiva, pero como si de una película de James Bond se tratara, fingía ser un agente secreto en busca de nuevas reclutas para la organización. Les prometía un puesto fijo con una remuneración de 1900 euros al mes. Para conseguir entrar, las 11 víctimas que embaucó tuvieron que superar diversas fases con éxito. En una de las pruebas debían entregarle dinero y joyas. Obligadas, bajo amenaza, a no revelar nada de lo que pasaba. Con una placa, algunas armas y diversos gadtges tecnológicos las convencía de su condición de espía. Cada candidata debía responder a un cuestionario de 30 preguntas. Entre otras cosas, les preguntaba si tenían dotes interpretativas, si medían más de metro y medio, si se desmayaban o mareaban al ver sangre o si sus parejas sentirían celos si tuvieran que tener citas con otros hombres por cuestión de trabajo. En Xàtiva no dan crédito. La Guardia Civil lo ha detenido en Valencia. Junto a su pareja, como presunta cómplice de los delitos, ya que se encargaba de captar a las posibles víctimas.