Su vida no ha sido fácil debido a su peso. Según relata Andy Albertson en la publicación Mirror, cuando era pequeño, sufría las burlas de los compañeros de clase porque estaba gordo.
Incluso los profesores lo discriminaban: uno de ellos le llegó a negar una chuchería, la recompensa ofrecida por una tarea hecha en clase, por su sobrepeso. "¿De verdad la quieres? Pensaba que me estabas diciendo que estaban intentando perder peso" le dijo el profesor delante de toda la clase.
Hace dos años, Andy, que reside en Wichita Falls, en el estado norteamericano de Texas, se dio cuenta de que estaba "cansado de ser gordo" y tomó la primera decisión: dejar la comida basura.
Comenzó a ir al gimnasio y empezó una dieta sana, tras confesar que solía saltarse el desayuno y almorzar su menú favorito: siete piezas de pollo frito con patatas fritas, galletas y una gaseosa grande.
Ahora, hace de cinco a seis pequeñas comidas diarias y mantiene su peso, 63 kilos, con ejercicio físico. Asegura que se siente mucho más fuerte física, mental y emocionalmente que nunca.