"Cuando me incorporé sentí mi cara arder. La mujer que tenía los auriculares alrededor de su cuello dijo que los "agarré y arrojé al suelo, mientras estos con algunas llamas, soltaban chispas", contó la afectada a los medios.
Los asistentes de vuelos sin perder tiempo le echaron un cubo de agua a los cascos, pero la batería y las partes plásticas se derritieron pegándose al suelo de la aeronave, según ha publicado The Sydney Morning Herald.
La explosión le dejó el pelo y las cejas chamuscadas.
Durante el resto del vuelo, los pasajeros sufrieron el olor a plástico quemado, mientras algunos tosían, dijo uno de los testigos del incidente.
Un portavoz de la Agencia Seguridad Australiana rechazó informar sobre la marca de los auriculares y explicó que todas las baterías son potencialmente peligrosas.
El ente evaluó lo ocurrido y determinó que fue la batería la que se incendió y explotó. En ese sentido, mostró su preocupación porque cada vez más dispositivos usan baterías y "estas contienen energía almacenada por lo que son potencialmente riesgosas".
Los aparatos alimentados con baterías deben ser facturados cuando no estén en uso y las baterías de repuesto deben llevarse en el equipaje de mano, no en el equipaje facturado, indicó la agencia.
A este incidente se le suman la docena de casos similares, pero con teléfonos Samsung Galaxy a los que les explotaba la batería y que terminaron por prohibirse en los aviones.