Amato declaró el martirio de 60 personas de la Familia Vicenciana que fueron asesinados por odio a la fe durante la persecución religiosa que tuvo lugar entre 1936 y 1937 durante la guerra civil española. Entre ellos, 40 misioneros paúles (24 sacerdotes, 16 hermanos), dos Hijas de la Caridad, 13 laicos y cinco sacerdotes diocesanos, asesinados en: Vallecas, Hortaleza, Paracuellos (Madrid); Figueras (Girona); Barcelona; Valencia; Totana o Cartagena (Murcia).
Durante la celebración, estuvieron presentes los arzobispos de Madrid, Carlos Osoro; de Valencia, Antonio Cañizares; y de más de 3.000 fieles, en buena parte miembros y amigos de la Familia Vicenciana, distinguida siempre por su mansedumbre y obras de caridad siguiendo el testimonio de san Vicente de Paúl.
Por otro lado, el Papa Francisco ha criticado que quien busca el propio interés tiene una vida "estéril" y ha invitado a los cristianos a colaborar con la Gracia porque "ser sabios y prudentes significa no esperar al último momento de la vida" para hacerlo.
"Si sólo buscamos nuestro interés, nuestra vida es estéril, y nuestra lámpara se apagará cuando llegue el Señor --ha señalado--. Pero si estamos vigilantes y procuramos hacer el bien sirviendo al prójimo, podremos esperar tranquilos".