Ocho horas después de producirse una avalancha de unos 200 inmigrantes, de los cuales 102 han pasado a Melilla, no queda ningún subsahariano encaramado en lo alto de la valla. Pasadas las tres de la tarde bajaron los últimos cinco irregulares que resistieron, mientras que otros 35 fueron "arrojando la toalla" a medida que pasaban las horas a seis metros del suelo, sentados sobre una barra de hierro en la verja.
Asimismo, se ha vuelto a abrir la frontera por el puesto de Barrio Chino, después de estar interrumpido durante todo ese tiempo el transito peatonal de cientos de marroquíes, que acuden a realizar compras a la localidad española para luego revenderlas en su país. El amplio disposito de la Guardia Civil para evitar que los encaramados pasaran a Melilla también ha sido desmantelado.
Los efectivos de las unidades de la Comandancia en Melilla y reforzado con los módulos de la ARS destinados a la ciudad colocaron escalares para convencer a los subsaharianos de que descendieran de la alambrada y desistan de su actitud, para así volver al interior de Marruecos, que tras ocho horas aquellos que permanecían en lo alto acabaron por aceptar la petición policial.
El centenar de inmigrantes que logró saltar la valla están siendo atendidos en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), salvo uno de ellos que ha tenido que ser trasladado en ambulancia al Hospital al presentar una fractura abierta de tibia y peroné y esta pendiente de ser operado.
Las fuerzas auxiliares de Marruecos intentaron frenar al numeroso grupo pero al tratarse de una zona poblada han visto su labor dificultada por las barreras.
El dispositivo desplegado por la Guardia Civil, compuesto por unidades de su Comandancia en Melilla y reforzado con los módulos de la ARS destinados a la ciudad para el refuerzo fronterizo, con ayuda de las Fuerzas Auxiliares Marroquíes consiguió que no entrara la totalidad del grupo.