La falta de homologación de estudios, el idioma y el desempleo lastran la integración de los sirios en España

EUROPA PRESS 29/11/2017 15:15

Salieron de Siria sin intención de emigrar tan lejos, pasaron años en el camino, a menudo en situaciones de explotación laboral, y acabaron recurriendo a pasadores para acabar en España, donde la carta de presentación que supuso Melilla pudo quitarles las ganas de quedarse en el país. Quienes lo hacen se enfrentan además a la indigencia previa a la acogida y después, a la falta de homologación de títulos, la barrera del idioma y problemas para acceder a un empleo, lo que lastra su integración en el país.

Es el cuadro de los refugiados sirios dibujado este miércoles en Casa Árabe por los autores de un informe de la ONG REACH sobre el camino que recorren hasta España escoltados por un grupo de expertos en la materia: la Jefa de Misión de la OIM María Jesús Herrera; la Oficial de Protección de ACNUR, Marta García; la Coordinadora del Servicio de Primera Acogida de Refugiados de Cruz Roja en Madrid, Natalia Momeñe; el coordinador técnico del Servicio Jesuíta a Migrantes Jaime Pons; y el presidente de la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio, Amer Hijazi.

El informe se basa en entrevistas con 60 refugiados sirios de los que 45 llegaron por vía terrestre hasta Melilla, como hace el 98% de quienes entran en España; y 15 llegaron por reubicación (desde Grecia) o reasentamiento (Líbano y Turquía) y que se encontraban en Córdoba, Madrid, Málaga, Melilla, Sevilla y Valencia. Trata de dar respuesta a tres preguntas: Qué rutas siguieron y por qué, qué riesgos afrontaron en el camino y cuáles son sus expectativas.

Según explica, los que entraron por Melilla llegaron o por la ruta de Argelia y Marruecos o cruzando el desierto por Malí y Mauritania. Todos habían pasado al menos tres años en otro país antes de decidirse a entrar en España y la mayoría, dieron el paso porque "sus condiciones de vida se volvieron insostenibles". De hecho, al salir de Siria no pensaban en Europa, sino en algún país vecino.

RUTAS PELIGROSAS CON PASADORES

El informe refiere que un tercio había sufrido explotación laboral en Argelia o Marruecos, todos accedieron a información sobre la ruta que debían seguir gracias a conocidos y todos "habían contratado en algún momento los servicios de un pasador de fronteras". Para los entrevistados, la peor parte del viaje fue pasar de Argelia a Marruecos, pues refieren "atracos, violencia física y explotación", aunque en la línea con España encontraron "separación familiar y violencia policial".

Los sirios comenzaron a alcanzar España en mayor número a partir de 2013 y desde 2014 más de 14.200 han llegado al país sólo por Melilla. El pico más alto se alcanzó en 2015, con 7.150 personas, pero la cifra fue decayendo, según ha explicado la Oficial de Protección del ACNUR, porque comenzaron a encontrar "problemas" para cruzar desde Marruecos.

De acuerdo a sus datos, hasta octubre de este año han entrado 1.750 sirios por esta frontera y la cuarta parte de ellos había dejado Siria hace menos de un año. El 37 por ciento son niños, la mayoría menores de 13 años, y entre los adultos un 43% tiene entre 18 y 34. El grueso son árabes, aunque también hay personas kurdas o de etnia Dom, y cada vez con más necesidades médicas.

La representante de la OIM ha dado algunas cifras más: La organización ha acordado con el Gobierno gestionar el reasentamiento desde Líbano, Turquía y Jordania de 1.440 personas "hasta julio de 2018". "Ese es el contrato", ha señalado Herrera. Esperan llegar a 1.379 personas al cierre de diciembre con un vuelo de 200 personas este jueves y otro el día 12. "España es un gran desconocido para toda la población que está llegando", ha comentado sobre ellos.

LA LLEGADA A ESPAÑA: CAEN LAS EXPECTATIVAS

Lo confirma el informe de REACH. Señala que España no es de tránsito "a priori" sino destino aunque a su llegada, los sirios no cuentan con demasiada información sobre el país. Marta García ha destacado sobre este asunto que si bien al llegar a Melilla piensan en éste como "un país de la UE donde poder hacer un proyecto de vida", a medida que pasan el tiempo en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), esta idea "va decayendo".

"Detectamos que la estancia en el CETI de Melilla es un factor que desanima mucho. Es la puerta de entrada, la carta de presentación de tu nuevo país de acogida y no es la adecuada. La falta de información respecto a cuánto tiempo te vas a quedar ahí o cuál va a ser tu destino a medio plazo también desanima, porque las personas necesitan tener una idea mínima de qué les va a pasar a una semana o a un mes vista", ha explicado.

Una vez superado este trance, encuentran con un sistema "inflexible", según Jaime Pons, que "marca plazos en lugar de objetivos de integración", por lo que hay personas que acaban "descolgadas". Los hay además que no acceden directamente, pues deben esperar cita, y "acaban en recursos para personas sin hogar". "En Barcelona y Madrid es sistemático y de Bilbao y Valencia nos llegan casos", ha denunciado el representante del SJM.

"Hay muchos que están a expensas de los largos plazos de espera para formalizar la solicitud, que en algunos lugares llegan hasta cuatro meses y ahí es donde entendemos que la mayoría tienen el reto de la acogida porque no está previsto dentro del sistema que accedan. Mientras, la directiva europea exige que se responda con una plaza de acogida puesto que esas personas son solicitantes de asilo aunque no hayan todavía podido formalizar la petición porque hay un plazo de espera no imputable al solicitante. Ahí hay un reto del sistema", ha añadido García.

EL MURO DEL EMPLEO

Completan el itinerario y salen a la realidad. Muchos, sobre todo los mayores, no han aprendido el idioma porque conforme ha señalado Amer Hijazi, no es obligatorio. Dice que se ha "dejado de lado la integración de los sirios de más edad", que no prestan atención al castellano convencidos de que pronto volverán a su país, aunque luego se topan con la realidad. "Los que en tres o cuatro años en España no saben decir una frase entera son un porcentaje muy alto", ha asegurado.

Sin embargo, aprender español tampoco es garantía de acceder a un empleo que, al final, es el gran objetivo común. "La convalidación de los títulos académicos es una puerta cerrada. Hay personas con alta capacidad e integrados que por ello no pueden acceder al mercado laboral. Y tampoco se apoya a las empresas para que contraten refugiados", ha añadido.

Lo sabe la directora del Centro de Acogida de Refugiados (CAR) de Alcobendas, Flor Salvador, que ha intervenido en el acto. "Antes no aprendían el idioma porque las empresas de trabajo temporal les fichaban en la misma puerta del centro. Entraban un día y al día siguiente ya estaban trabajando. Hemos pasado de 45 o 50 empleos al mes en 2007 a ninguno", ha explicado.

Según Amer Hijazi, el resultado es que "la gente cuando llega aquí está perdiendo la dignidad". "Su día a día aquí es ir al ACNUR o ir a la Asociación o a la Iglesia o a la Mezquita pidiendo ayuda. Y cada día tienen más dificultades. Cuando estás pidiendo de un lado para otro y te dicen que no, pierdes tu dignidad. Es algo que nadie debería perder. Algo está fallando", ha sentenciado.