El cuerpo, según la investigación forense, por edad, sexo pertenece a la inquilina del piso, identificada como Mattisse Cornelius, según ha publicado un periódico de la ciudad galesa.
Tampoco encontraron restos de drogas u otras sustancias tóxicas, pero aparte de eso, poco han podido avanzar los patólogos, porque la descomposición ha impedido tener más datos sobre las causas de la muerte.
Los vecinos de Mattisse Cornelius ya habían notado el olor a putrefacto que salía de su puerta, pero fue un carpintero del Ayuntamiento que venía a abrir la puerta por una orden de desalojo quien la encontró el pasado 9 de marzo en el suelo del baño.
El hombre al llegar al piso se dio cuenta de que la ventana del baño estaba semiabierta y al asomarse vio a la mujer, que parecía estar muerta, tirada en el suelo.
La Policía se encargó del resto y verificaron de que no había daños en las vías de acceso de la vivienda. Así como tampoco detenidos o sospechosos.
La fallecida, que vivía sola, se había distanciado de su familia y no mantenían contactos desde julio de 2016, última vez que la vieron.
El juez de instrucción ha definido que la causa de la muerte de Cornelius es indeterminada y ha dejado abierta las conclusiones sobre el caso.